domingo, 31 de enero de 2010

APARTHEID INTELECTUAL



Para los “mexicanos” colonizados, nos resulta muy difícil tener claridad intelectual sobre los pueblos llamados indígenas y su mundo de valores, actitudes y símbolos. Aunque compartimos el mismo espacio y la misma “realidad”, vivimos dos formas diferentes de percibir el mundo y la vida.

Producto de una sociedad colonial, los mexicanos mestizos ocupamos nuestro reducido espacio en el país en donde la ideología criolla conforma la “sociedad o cultura dominante”. Los mestizos a pesar de ser mayoría no tenemos el poder de decisión de las elites criollas para dirigir la nación. Pero criollos y mestizos, no solo desconocemos la Toltecáyotl (esencia del pensamiento ancestral del Anáhuac), sino que rechazamos cualquier manifestación de las culturas herederas de este legado cultural.

Los mestizos entramos en conflicto cuando escarbamos en las profundidades de “nuestro mestizaje”. Si bien nos aceptamos mestizos, asumimos mayoritariamente la parte europea y desconocemos o rechazamos la parte indígena de nosotros mismos. Esto resulta un tabú maligno que nos corroe el alma y periódicamente amenaza la concordia social.

Los indígenas son los “otros”. Los atrasados, los pobres, los marginados, los desamparados, pero nunca son “nosotros”. “Indio” es todo el que nos cae mal. Colón les llamó equivocadamente “indios”, a los pueblos originarios, pero hasta la fecha, no nos importa conocer cuál era el nombre que se daban ellos a sí mismos. Ni su nombre, ni su verdadera historia, ni su filosofía, ni nada. No nos interesa saber nada de los pueblos originarios…acaso su folclor para comercializarlo.

Los indígenas o los “indios” son “ellos”, jamás “nosotros”. Y frente a “ellos”, los mestizos tenemos en general dos actitudes. O los vemos desde la perspectiva del encomendero, para explotarlos. O desde la perspectiva del misionero, para “integrarlos” a nuestra europeizada visión del mundo y la vida. En la cual por cierto, frente a Occidente -“nosotros los criollos y mestizos”- somos “bananeros, tropicales o subdesarrollados”…una mala copia de ellos.

El indígena es entonces folclor o pobreza, idealización o desprecio, motivo de estudio o de explotación, pero nunca, hermano, maestro, amigo o compañero. El desarrollo o la pobreza son “de ellos”, no es de “nosotros”.

Lo que el mestizo no se cuestiona, es qué existe de la milenaria cultura de los pueblos originarios en la forma de ver y entender “su mundo y su vida”. En qué forma la cultura indígena se manifiesta en su mestizaje. Cómo esta presente en su percepción de la realidad, su parte indígena. El problema del mestizo hacia su parte indígena es LA INMENSA IGNORANCIA. En efecto, la ignorancia sobre la historia, filosofía y cultura; en general, no sabemos nada de una de las civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del mundo. Sabemos más de China, India y hasta del milenario Egipto, pero nada de nosotros mismos.

Pareciera como si existiera un apartheid intelectual. Los indígenas de un lado y los “otros” del otro lado. Se trata de definir, encasillar, identificar a los indígenas y su grado de “pureza y originalidad”. No se puede aceptar que todos somos mestizos culturalmente y que no existe “pureza” racial o menos cultural. Ni en los indígenas, ni en los mestizos y mucho menos en los criollos.

Los pueblos que han sufrido una invasión, explotación y destrucción de sus instituciones, autoridades y leyes. Que han vivido la exclusión histórica, cultural e identitaria, aunque hayan pasado los siglos, siguen luchando internamente por mantener su identidad y su lugar en el mundo como naciones originarias. Pueden ser los pueblos vascos, catalanes o nahuas, mayas, etc. En todo el mundo las atrocidades históricas, los crímenes de lesa humanidad no se olvidan ni caducan. Son en muchos casos, el fuego subterráneo que mantiene la voluntad de ser y trascender, frete a todas las asechanzas del destino.


martes, 5 de enero de 2010

EL PROYECTO DE PAÍS DE LOS CRIOLLOS ESTA CONDENADO AL FRACASO.




El proyecto criollo de país, desde 1821 estaba condenado al fracaso por que se basa en la exclusión de la Matria y sus ciudadanos descendientes culturales de la civilización del Anáhuac, los indígenas y mestizos.



Por lo mismo, los criollos desde el principio han concebido este país bajo un principio de “rapiña, abuso y explotación”. La envidia y la traición a sus parientes los gachupines, son los cimientos “libertarios” que desencadenaron el provocado estallido social, conocido en la historia oficial con el eufemismo de “Guerra de Independencia”.




Para la construcción de “su país” los criollos jamás han pensado en el pueblo. Ese mayoritario pueblo de origen y cultural indígena, descendiente de una milenaria sabiduría y con una experiencia en la organización y administración ancestral, que era muy superior a la Europa que en esos momentos trataban de implementar los “mercaderes” al derrocar las monarquías e imponer las repúblicas al inicio del siglo XIX.


Los criollos mantuvieron el mismo sistema colonial que excluyó a la civilización invadida durante tres siglos y que trató al pueblo invadido como vencido. Solo usó a los vencidos como esclavos en la construcción del Virreinato. En 1821 los criollos lograron “su” independencia política de España, y no solo mantuvieron disfrazado el sistema colonial de explotación y exclusión, sino que paradójicamente, no pudieron soportar la orfandad a la que se habían condenado, lo que los hizo europeizarse recalcitrantemente, hasta tratar a ser más europeos que los europeos. Mientras en Europa iban surgiendo a punta de bayoneta las repúblicas, en el país de los criollos inician con un imperio. Los criollos en la historia, siempre han ido en reversa y a siegas.





A pesar de los tres siglos de Colonia, los criollos heredaron un pueblo noble, trabajador y honrado. Siete mil quinientos años de desarrollo humano habían formado una cultura humanista y espiritual, sustentada en el respeto al principio de autoridad, a la responsabilidad comunitaria y al trabajo colectivo. La capacidad de producción y organización social de los anahuacas, se puede medir en la cantidad de pirámides que se construyeron en el Cem Anáhuac. Todas las civilizaciones antiguas construyeron pirámides, los egipcios que cuentan con las más famosas solo construyeron cien, en el Anáhuac existen más de dos mil zonas arqueológicas detectadas y en cada una hay más de una pirámide.




La construcción de un centro de conocimiento como Teotihuacan, Monte Alban y Palenque, por citar solo tres impresionantes lugares del Anáhuac, nos hablan de una sólida capacidad social, cultural y energética, que permitiera, como en el caso de Monte Alban, el trabajo constructivo a lo largo de 1350 años, en los que estuvo implícito: un excelente sistema alimentario, un efectivo sistema de salud, un eficaz sistema educativo, un avanzado sistema de organización social y finalmente, contar un propósito social a largo plazo compartido por muchas generaciones.





Toda esta rica experiencia y sabiduría fue despreciada en la Colonia y los criollos repetirán el mismo error en la construcción de “su país” en el siglo XIX. Y lo mismo se sigue haciendo hasta nuestros días al inicio del nuevo milenio. Mientras sigamos en un régimen de exclusión y explotación, sin tener responsabilidad, compasión y amor, por el pueblo y su milenaria cultura, este país, seguirá siendo un infierno, siempre a punto de estallar. Mientras tengamos a una clase empresarial y política que desconoce y desprecia totalmente la historia, cultura, valores de la civilización Madre. La mayoría de los ciudadanos que viven en el país pertenecen, se den cuenta o no de ello, a la civilización Madre.





Por estas razones, y a lo largo de los siglos de colonia española y neocolonización criolla, el pueblo ha perdido su memoria histórica. No sabe quién es él, quiénes fueron sus antepasados milenarios, cuál es su legado, cuál su riqueza, cuáles sus valores y principios; y en medio del desorden, injusticia y violencia que han impuesto los criollos en su frenesí depredador, el pueblo se ha enajenado. El país de los criollos no le da otra opción. Y es precisamente esta la manera de dominarlos, volverlos ignorantes de sí mismos y desorganizados.






En esta situación la corrupción ha sido el modo en que los criollos explotan al pueblo y sus recursos naturales y se roban a sí mismos, sea en el gobierno o en la iniciativa privada. México “el país de los criollos”, es un lugar donde la cleptomanía se ha hecho una forma de vida. Donde la mentira y la simulación se convierten en “la realidad”. En la que la corrupción es el aceite del sistema. Porque nunca se ha pensado este país para todos. Sino para que unos cuantos abusen y exploten a las mayorías.
 




 
De esta manera, los que vivimos en el país de los criollos, debemos de dejar de engañarnos y creer que “México” es de todos y es nuestro. Totalmente falso, la historia, la economía, la política, la sociedad y la cultura ha sido para unos cuantos. Esta visión miope, excluyente, inhumana y estúpida, es la que condena al fracaso al país de los criollos. La Patria de los criollos ha sido muy injusta con las mayorías no europeas.
 
 



Sin embargo, los excluidos tenemos a la Matria. Que es milenaria, generosa y sabía. La civilización del Cem Anáhuac es el futuro, porque posee el pasado antiguo y profundo de quienes somos. La Materia representada por la civilización del Anáhuac esta completa. Tiene pasado, presente y futuro. Vive adormecida en lo profundo de nuestros mejores sentimientos, de nuestras más humanas y sólidas tradiciones y costumbres, en la visión del mundo y la vida, en lo divino y lo sagrado.






Se requiere tomar conciencia y actuar con responsabilidad histórica. La Matria es la base para construir el país de todos. Sin exclusiones, tomado lo mejor de las diversas civilizaciones que se han mezclado con la “propia nuestra”. El país de todos podría ser… “La República Comunitaria del Anáhuac”.


viernes, 1 de enero de 2010

EL CONCEPTO DE MÉXICO Y MEXICANO EN LA COLONIZACIÓN DEL ANÁHUAC






Los invasores desde hace cinco siglos de ocupación, sustentan su Estado Colonial en la pérdida de la memoria histórica de los invadidos. Los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos del Anáhuac, han tenido que enfrentar la explotación y el abuso sin la capacidad de saber, quién en verdad son, de dónde vienen y a dónde van. Han vivido en un círculo perverso de ignorancia de sí mismos, en una amnesia total y por ende, en una indefensión total. Tratando de ser lo que no son y despreciando lo que esencialmente los hace ser. Han terminado como colonizadores de sí mismos, aspirando emular a sus verdugos en vez de combatirlos. Explotándose, depredándose, violentándose y despojándose a sí mismos. Han vivido en estos cinco siglos en una sociedad de “vencedores y vencidos”.





A pesar de ser una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo de la humanidad, no conocen su milenaria historia, no saben quienes son y cómo se llaman. Se han formado como “extranjeros incultos en su propia tierra”. Han vivido como sumisos esclavos y peones de los invasores y sus descendientes culturales. Explotados en la encomienda, luego en la hacienda y hoy, como empleados con el salario mínimo. Trabajando para hacer ricos a los extranjeros y vivir en la miseria más lastimosa de generación en generación.


Esta civilización le llamó por milenios a este continente Cem Anáhuac y aún los historiadores criollos como Francisco Javier Calvijero en el Siglo XVIII recogen en sus escritos el nombre de “Anáhuac” para nombrar los territorios originales. Todavía en 1813, José María Morelos y Pavón convoca en la ciudad de Chilpancingo un congreso al que le llamó, “Congreso del Anáhuac”, donde los sublevados del Virreinato de la Nueva España definirían cuál sería el derrotero de la sublevación y en el cual Morelos, daría a conocer “Los Sentimientos de la Nación”. Sí estas tierras milenariamente fueron “El Anáhuac”, por qué ahora se llaman “México”.





Fue la lucha de 1810 un estallido social provocado por las fuerzas económicas y políticas del Virreinato de la Nueva España, no la lucha de los pueblos originarios para poner fin a la invasión y explotación extranjera. Los pueblos originarios fueron usados para definir las posiciones de poder entre los gachupines y los criollos. Miguel Hidalgo y sus conspiradores, al saberse descubiertos llamaron a un estallidos social de los indígenas en contra de los gachupines. Trescientos años de injusticia y explotación acumulados, solo necesitaron el llamado de “un cura”, para iniciar el estallido. No era la primera vez que los pueblos originarios se revelaban en contra de la ocupación europea, desde 1531 se dio la primera gran rebelión indígena y la historia oficial calla el rosario de rebeliones en el periodo colonial, lo cierto es que ninguna en tres siglos, fue convocada, organizada y financiada por los criollos. Esa fue la diferencia.


Después de 11 años de una cruenta y devastadora guerra civil, los criollos vencen a los gachupines, más por factores externos que internos definieron esta supuesta “independencia”. Y en 1821 los criollos crean “su propio país” al que “ellos” llaman México. En esta nueva realidad social, nuevamente quedan excluidos los pueblos originales y su milenaria civilización y con ello el nombre ancestral del Anáhuac.






Después de la expulsión de los gachupines, los criollos vencedores se dividen en dos grupos, opuestos y antagónicos, que lucharán por dos concepciones “de país” totalmente diferentes una de otra. Sí unos son liberales los otros serán conservadores, si unos son federalistas, los otros serán centralistas, sí unos son republicanos los otros serán monárquicos. Esta lucha llega hasta el Siglo XXI, en dónde sí unos son priístas, los otros serán panistas. El país de los criollos desde hace dos siglos esta dividido y enfrentado, en lo único que se unen y se ponen de acuerdo los criollos, es en la exclusión y explotación de los pueblos originarios y sus, al parecer, inacabables recursos naturales. La ideología criolla les ha negado totalmente a los pueblos y culturas originarias el derecho a ser y auto determinarse en estos dos siglos de “vida independiente”.






Los criollos al termino del estallido social, crean “su país”, como los que a principio del Siglo XIX se estaban formando por iniciativa de los mercaderes en el continente europeo. En efecto, el “Nuevo Orden Mundial” se inicia con la creación de Estados Unidos de Norteamérica en 1776, y prosigue la estrategia con el financiamiento del golpe de Estado a la monarquía francesa en 1789, al que la “historia oficial de occidente” llama con eufemismo la “Revolución Francesa”. Pero que implica. No solo el derrocamiento de los gobiernos constituidos, primero en Europa y luego en todos los pueblos del mundo. Sino además una nueva visión de organización humana, en la que el individualismo, la propiedad privada, las sociedades anónimas, el comercio y el consumo, serán la razón de ser de pueblos y gobiernos. La “modernidad” implica la ascensión del capitalismo y el “culto al Becerro de Oro” a través de la democracia.






Los mercaderes han pretendido derrocar las milenarias formas de gobierno de los pueblos, que fueron creadas a través de sus tradiciones, costumbres e historia, para imponer “la democracia” y con ella el capitalismo, el dominio del Mercado sobre el Estado, el sistema de partidos políticos, el consumismo y un largo etcétera. Nada nuevo desde 1789 en Francia hasta 2010 en Irak.






Los criollos, europeos nacidos en México, iniciaron la “construcción de su país”. Los criollos se creían los poseedores de la esencia de la identidad local. Por supuesto, desplazando y desconociendo totalmente a los pueblos y culturas originarias. Los criollos tomaron simbólicamente a “los mexicas” como su más antiguo origen. Esta tendencia se vio surgir desde mediados del Siglo XVIII, cuando el criollismo buscó sustentar su “autenticidad” en una mitológica cultura mexica, muy parecida en su descripción a la romana de los europeos. Así, los mexicas del Siglo XVI, descritos por los conquistadores y misioneros como “salvajes y caníbales”, pasaron a ser, los cultos y poderosos mexicas “dominadores de todo el Anáhuac” para los criollos del Siglo XVIII.





Los criollos en su rebeldía querían crear un origen “autóctono”, para confrontarlo con lo ibérico. Por eso transformaron a los mexicas, y en su discurso los convirtieron en “un poderoso imperio”, al que sus antepasados habían conquistado. Esta es la razón por la que le ponen “México” y no Anáhuac” a su nuevo país.





Como en los escritos del Siglo XVI se hablaba de la gran ciudad de México-Tenochtitlán, los criollos decidieron que ese nombre debería llevar su nuevo y flamante país. Por supuesto que no se consultó a los pueblos originarios, ni a sus tlamatinimes que habían sobrevivido al holocausto, el acto de la creación de México, como la mayoría de los actos de esta “Patria” en los doscientos años de su pequeña existencia, han ignorado y excluido totalmente a la Matria, la civilización Madre que tiene ocho milenios de existencia.






De esta manera, el país de los criollos llamado México, se constituye de manera vertical y autoritaria, por un “puñado de personas”, que permanentemente ignora, desvalora y desconoce la civilización que constituye la esencia de la mayor parte de los ciudadanos de “su país”, y que no ha desaparecido, como ellos suponen desde el 13 de agosto de 1521. Los criollos siempre han buscando modelos y capitales foráneos para modernizar, desarrollar y globalizar a “su país”. Pero nuca, en estos dos siglos, han buscado respuestas en la civilización del Anáhuac, que logró el mayor avance de desarrollo humano del mundo. Esta actitud mezquina, miope y racista de los criollos, históricamente ha impedido una verdadera mezcla y fusión de las dos civilizaciones y ha condenado a los criollos al permanente subdesarrollo y a los pueblos originarios a la exclusión, explotación y miseria.






El llamarle México al Anáhuac, por una parte nos habla del desprecio y negación de los criollos por la civiliza invadida. Pero por la otra, nos demuestra la absoluta amnesia y sometimiento de los sobrevivientes al holocausto. Su total colonización mental e intelectual. Lo que explica la dramática y miserable situación que viven históricamente los descendientes culturales de los antiguos anahuacas.




De esta suerte, “los mexicanos” son los colonizados y desmemoriados. Aquellos que, en el mejor de los casos, poseen una frágil “Identidad Nacional”, pero que no poseen una sólida “Identidad Cultural”. La “Patria” es la de los mexicanos que “celebraran su independencia” el 15 de septiembre. La “Matria” es de los anahuacas poseedores de una sabiduría milenaria para sobrevivir y crear una asombrosa cultura de resistencia. Los mexicanos son “patrioteros”, los anahuacas son “tradicionalistas”. Unos están esperanzados al “gobierno y los partidos políticos”, los otros están aferrados a las tradiciones y costumbres ancestrales que están sabiamente camuflajedas en las llamadas “culturas populares”.

 



Los anahuacas son los nahuas, mayas, zapotecas, mixtecas, totonacas, purépechas, mazahuas, etc. Descendientes de las culturas originarias. Mestizos totalmente, pues ya no existen los “pueblos originarios” del periodo Clásico o del Postclásicos. Los pueblos originarios se han transformado, como todos los pueblos originarios del mundo. Pero mantienen en su esencia, la visión del mundo y la vida, los valores y principios ancestrales de la Toltecáyotl. Quizás tienen problemas para concebirse como “mexicanos” y muchos de ellos sienten muy lejana a la Patria. Porque a lo largo de estos dos siglos, la Patria los ha excluido, traicionado y engañado. Saben, por su propia experiencia histórica, que la Patria siempre ha estado al servicio del explotador, del ladrón y del asesino. Muy pocas veces, la Patria les ha hecho justicia y les ha garantizado sus derechos históricos, comunitarios y humanos.

 


Los mestizos desculturizados, intuitivamente se refugian en la Matria. La Virgen de Guadalupe, El día de Muertos, las fiestas patronales, los valores familiares, “flor y canto” y fundamentalmente, la milenaria cultura culinaria los mantiene unidos inconscientemente a su esencia ancestral.

 


Lo que hoy es el país llamado México, es un proyecto criollo, excluyente y explotador. México es el ejemplo de la injustica, abuso, racismo y explotación. Los criollos nunca han sabido crear riqueza y menos a compartirla, pese a contar con un pueblo trabajador y recursos naturales casi ilimitados. Su sueño desde 1821 es que los capitales extranjeros exploten al pueblo y depreden los recursos naturales a cambio de que a los hagan “socios” y les den unas cuantas migajas para vivir cómodamente sin ningún esfuerzo de sus rentas.

 


Sus gobiernos han sido de pacotilla, viviendo de “sueños imperiales”, la alta burocracia ha sido corrupta, cínica e ineficiente. Se dan vida de emperadores y las arcas nacionales han estado al servicio de sus caprichos y banalidades. No ha existido un proyecto endógeno de desarrollo, todos los modelos económicos, políticos y culturales han sido importados, primero de Europa y hoy de Estados Unidos. La justicia social ha sido solo demagogia en los tiempos electorales.
 


La iniciativa privada criolla es totalmente explotadora y depredadora. Nunca han tenido una responsabilidad social e histórica con el pueblo y con el país. Apoyada por el “Estado criollo”, siempre se ha mostrada despiadada e insensible con los trabajadores. Condenándolos, en el campo o en la ciudad a condiciones de miseria. La iniciativa privada criolla jamás se ha caracterizado por invertir en investigación, en inversiones a largo plazo y menos aún en arriesgar sus capitales. Incompetente e ineficiente, vivió protegida por el gobierno, ofreciendo productos y servicios de poca calidad y muy caros, razón por la cual no pudo competir con un mercado internacional, en la globalización impuesta, la economía criolla ha colapsado.
 


Podemos entonces concluir que existen dos proyectos de nación. Uno que tiene el poder político y económico, y que es la continuación de la invasión y colonización iniciada en 1521 por extranjeros avecindados y sus descendientes culturales. Que crearon “su país” en 1821 y que le llamaron arbitrariamente “México” y que han creado en los dos últimos siglos una ideología de explotación y depredación totalmente irresponsable que esta conduciendo a una crisis y estallidos social, que no tiene futuro, justamente por su desbordante e insaciable rapiña e injusticia social.
 


El otro proyecto civilizatorio del Anáhuac, emanado de una de las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad y con origen autónomo. Proyecto que logró los avances más importantes en cuanto a Desarrollo Humano en la historia de la humanidad. Que fundamentó a lo largo de siete milenios y medio, sus logros en: el impulso de la ciencia y la investigación; en basar la vida en sociedad a través de la educación pública, obligatoria y gratuita; en una sociedad pacifista y anti bélica; en una sociedad que impulsó la austeridad y la frugalidad ante el mundo material, por lo cual no inventó la moneda; en una sociedad en la que sustento sus relaciones sociales en el comunitarismo, por lo cual no existió la propiedad privada. Y finalmente, porque desarrollo un propósito social abstracto, de carácter espiritual, que tuvo una continuidad asombrosa, por lo menos a lo largo de tres mil años.
 


El proyecto criollo se basa en la Patria, el proyecto ancestral se basa en la Matria. Uno es exógeno y el otro endógeno. Uno es político-económico, el otro es histórico y cultural. Uno posee 200 años de experiencia importada del exterior, el otro posee siete mil quinientos años de desarrollo endógeno y quinientos años de una sofisticada cultura de resistencia. Uno esta sustentado en leyes e instituciones impuestas, el otro esta sustentado en las tradiciones y instituciones milenarias “propias”. A uno se le acabó el tiempo, el otro posee el futuro. Uno se llama México y el otro se llama Anáhuac.