lunes, 16 de febrero de 2009

RUTA DE COLISIÓN



El mundo está mal, pero el país anda peor. Una serie de hechos, en apariencia inconexos, nos puede dar una visión de… “hacia dónde vamos”.


1. El Presidente Calderón afirmaba en 2008, que la crisis económica en Estados Unidos, era un “catarrito” para el país.


2. Se decreta un aumento salarial miserable de dos pesos para los trabajadores y se sucedan 4500 personas en el año, a razón de más de doce por día.


3. Se decide aumentar la gasolina y el diesel hasta ponerlos a “precisos internacionales”, a pesar de ser inflacionarios para la economía, especialmente para los más pobres.


4. El gobierno Federal de marcha atrás a las sanciones a los monopolios televisivos por el asunto del IFE, dejando claro: la subordinación del Estado al Mercado y quién tiene el poder.


5. El gobernador Peña Nieto y sus socios, están dispuestos a destruir un Patrimonio Cultural de la Humanidad, pasando sobre la ley y la opinión pública nacional y mundial, para hacer en Teotihuacan un show tipo las Vegas… “El Flamazo Teotihuacano”. Un puñado de personas y familias son dueñas de este país y les importa muy poco el pueblo, su historia y su cultura.


6. La Suprema Corte de Justicia de la Nación exonera de responsabilidad a los autores intelectuales del agravio a los Derechos Humanos en el caso de Atenco.


7. El Secretario de Hacienda, en contubernio con el ex Secretario Gil Díaz, es acusado de cometer un ilícito en contra de la CFE, al tratar de regalar un sistema de fibra óptica con valor de cuatro mil millones dólares a la telefónica española Moviestar.


8. Ruedan cabezas y cuerpos por todo el país. La cifra de asesinados es mucho mayor, que las bajas del ejercito Norteamericano en Irak. Las bandas luchan entre sí y contra las policías y el ejército. Cada día la violencia incontenible ocupa mayor espacio en la vida nacional y el gobierno afirma que “está ganado la guerra”, en medio de un charco de sangre.


9. La fuga de capitales y el desmantelamiento de las reservas en dólares, es auspiciada y solapada por las autoridades. La devaluación del peso frente al dólar es una devaluación cotidiana que empobrece aún más a la raquítica clase trabajadora y hace más ricos a unos cuantos, debilitando la posición del Estado frente al Mercado Internacional.


10. Los servicios de inteligencia de E.U. señalan que en México se vive un caso de un “Estado Fallido” y que representa un peligro para su seguridad nacional.


11. Un paro nacional de transportistas enfrenta los criterios empresariales neoliberales del panismo, y permite vislumbrar una ruta de choque entre diversas organizaciones sociales y el gobierno, para hacerlos cambiar su “insensibilidad social”.


12. El Presidente Felipe Calderón tacha de “catastrofistas” a aquellos que ven con alarma el tsunami económico que amenaza al país y aquellos que no quieren ver “el maravilloso futuro de Foxilandia”.

Estos doce hechos “aislados” nos permiten prever una “colisión social”, si los conductores de la nación no cambian el rumbo. No es la primera vez que sucede. Los estallidos sociales de 1810 y 1910 tuvieron una ruta parecida, en tanto, la insensibilidad e incapacidad de aquellos que tenían el timón en la mano, no vieron o no quisieron ver la colisión inminente.

Condenar a las decenas de millones de pobres que hay en este país a más pobreza, mayor incertidumbre y frustración, conduce al país a un estallido social ampliamente anunciado. Mientras la clase poderosa siga haciendo tanto dinero como Slim y sus secuaces; y mientras la clase política siga viviendo con tantas prebendas y en un mar de dinero. No entenderán lo que siente y vive el pueblo. Mientras menos tengan los pobres, nada pederán en un estallido social. 160209.

sábado, 14 de febrero de 2009

LA AGRESIÓN AL PATRIMONIO CULTURAL DEL ANÁHUAC.


El sistema colonial, que han impuesto a los pueblos del Anáhuac los invasores de ayer y de hoy, se inició en 1520. En efecto, comenzó con Hernán Cortés y sigue a marchas forzadas con Carlos Slim y sus secuaces criollos y sus patrones trasnacionales. El objetivo ha sido y es, explotar deshumanizadamente a los pueblos invadidos y ocupados, y depredar sin medida los recursos naturales de estas tierras a favor, primero de la corona española y hoy de los dueños del dinero, criollos y extranjeros. Nada ha cambiado en estos 488 años. Nada, solo se ha hecho simulación.

Desde que Hernán Cortés fue hospedado en el palacio de Axáyacatl, en Tenochtitlán en 1520, Cortés y sus filibusteros comenzaron la destrucción del “patrimonio cultural tangible”. En efecto, cuando los españoles buscaron entre los muros del palacio, el tesoro del tlatuani fallecido, se inauguró “la arqueología mexicana”. El hecho es destruir para obtener un beneficio económico, sea el tesoro de Axáyacatl o “El Resplandor Teotihuacano” de Peña Nieto y sus “socios”. Y este es el punto de la reflexión.

Desde 1521 el poder colonial, ha venido destruyendo el patrimonio cultural tangible. Primero para borrar cualquier testimonio de la existencia y grandeza de la civilización invadida y ocupada. Después para “erradicar” el mal espiritual que representaba la religión de los conquistados. “Las ruinas” representaron, para los gobiernos coloniales, un símbolo de atraso y vergüenza. Primero para los gachupines y después para los criollos. No fue, sino hasta casi la mitad del siglo XX, cuando se empezó a investigar con un interés científico y nacionalista los vestigios de la milenaria civilización Madre. Fue la creación del INAH en 1939 lo que le dio un marco legal a la responsabilidad del Estado mexicano.

Tal vez desde, la inauguración del Museo Nacional de Antropología e Historia en 1964, marcará el momento más luminoso del “nacionalismo revolucionario” que, fundaba su identidad más ancestral, en una “confusa y nebulosa historia mexica”. En efecto, la sala principal de éste museo la ocupa la cultura mexica y no la tolteca, como debería ser. Esto responde a la génesis histórica del criollismo, que al crear “su país” en 1821, los criollos usarán el nebuloso recuerdo de los “aztecas”, como el punto de partida del criollismo y tal vez el ideólogo más antiguo de esta visión “azteca” del pasado milenario del Anáhuac, fue el historiador novo hispano Francisco Javier Clavijero (1731-1787).

Pero el más moderno depredador del patrimonio cultural tangible del Anáhuac, es el expresidente Carlos Salinas, quien inició la política de Estado de convertir las llamadas zonas arqueológicas, en “Disneylandias prehispánicas”. En efecto, fue el neoliberalismo y la globalización las que determinaron que “la cultura debería ser productiva económicamente” (empresas culturales). Que las zonas arqueológicas, pasarían de ser “ruinas” inservibles para la generación de riqueza, a convertirse en palancas detonadoras de la industria sin chimeneas. No solo se empezaron a destinar grandes presupuestos para “abrir” zonas arqueológicas con fines comerciales, sino lo más negativo, que los trabajos arqueológicos se sometieron a criterios “turísticos”. En efecto, se ponderó el criterio de hacer a las zonas arqueológicas “más amigables, cómodas y llamativas”, que ha ser fuente de investigación seria. La arqueología se sometió mansamente al turismo, perdiendo su esencia.

De esta manera hemos visto que las nuevas zonas arqueológicas nacen dentro de proyectos estratégicos de crecimiento económico, especialmente desde que el PAN está en el Gobierno Federal. No es casual que en el último año del expresidente Fox, haya quitado del nivel de educación secundaria en todo el país, la “historia prehispánica”. El panismo neoliberal y globalizador le interesa la historia y cultura del pasado indígena de México, solo como una fuente de riqueza económica.

Entendemos que desde 1521, los pueblos originarios y sus descendientes indígenas y mestizos, han perdido el poder de dedición y la autodeterminación. Las autoridades, las instituciones y las leyes que el Anáhuac creó a lo largo de siete milenios y medio de desarrollo humano, fueron brutalmente destruidas y desechadas por la colonización, tanto de gachupines (1521-1821), como de los criollos (1821-2009). Es obvio que los pueblos originarios y sus descendientes indígenas y mestizos viven una situación de “ocupación”, lo que conlleva injusticia, pobreza y explotación. Sea ésta en el campo árido, en el subempleo o con el mísero salario mínimo.

Es muy claro y obvio que, las autoridades, las instituciones y las leyes actuales en el país de los criollos, tienen un carácter colonial; y que están diseñadas para favorecer y alentar el desarrollo de los criollos y extranjeros. Jamás, en estos 488 años, han servido para llevar justicia, igualdad, oportunidad y bienestar a las mayorías (es decir a los de tez morena). Todo lo que existe en este país esta diseñado para los que tienen el poder económico y político, y “casualmente”, no son los descendientes de aquellos que construyeron Teotihuacan, Monte Alban, Palenque o Chicen Itza. De modo que se entiende el por qué, estos lugares están al servicio de los intereses de los criollos y extranjeros.

Pero el punto de esta reflexión, no es el mal uso y abuso histórico que se le ha dado al patrimonio cultural tangible del Anáhuac, durante la ocupación colonial, en lo que hoy conocemos peyorativamente como “las ruinas prehispánicas”. El interés se dirige para invitar a la reflexión del daño inconmensurable que se le ha dado al patrimonio cultural intangible o espiritual. Se pueden destruir todos los vestigios materiales de la Civilización del Anáhuac, se les puede saquear y llevar al extranjero, se pueden usar para hacer ilegales negocios… y a pesar de todo, no se hace gran daño. Pero sí se atenta contra el patrimonio cultural intangible del Anáhuac, el daño es sumamente grave y severo.

En efecto, el patrimonio tangible se refiere a “los objetos”, y el patrimonio intangible se refiere a los “sujetos”, es decir, a las personas. Es aquí donde radica la gran riqueza humana de nuestra Civilización Madre. Lo más valioso de nuestro legado cultural ancestral, esta depositado en “nosotros mismos”. No radica, tan solo, en las zonas arqueológicas o en los museos. El patrimonio cultural más importante de la Civilización del Anáhuac vive en cada uno de los, ahora mal llamados mexicanos (*). Radica en la memoria histórica, en las tradiciones, fiestas, usos y costumbres, en los valores, actitudes y sentimientos.

Se necesitaría que muriéramos todos los “mexicanos”, para que el patrimonio cultural del Anáhuac, solo se encontrara en las zonas arqueológicas, archivos y los museos. El gran problema es que día a día, los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos, se sienten más lejanos de sus raíces y esencia. Perdidos en “el laberinto de la soledad”.

La fuerza y la claridad para enfrentar la colonización, y la catástrofe creada por el neoliberalismo y la globalización económica, radican precisamente en la conciencia de la memoria histórica y de la identidad cultural. Lo que nos indica, que el futuro del pueblo de México, es justamente su pasado milenario. Razón por la cual también, se entiende, la sistemática agresión institucional y comercial que recibe nuestro legado cultural en estos 488 años de ocupación.

(*) El nombre milenario de esta tierra es el Anáhuac. Los criollos en 1821 le pusieron a “su país” México, en honor a los mexicas, pero esta fue una cultura efímera (1325-1521). No todos los descendientes de los pueblos originarios vienen de los mexicas o aztecas.

lunes, 2 de febrero de 2009

EL COLAPSO DEL IMPERIO DEL BECERRO DE ORO.


Aparentemente la historia de la humanidad, como sociedades civilizadas, tiene diez mil años de antigüedad. Sus inicios se dieron entre los ríos Tigris, Eúfrantes y Nilo en el año ocho mil a.C. Desde que se inventó la agricultura y el ser humano se hizo sedentario, hasta la aparición del capitalismo en 1776, con la creación del primer país del mundo, Estados Unidos, pasaron alrededor de 9776 años.

En este largo periodo de tiempo los pueblos y culturas de todo el mundo se gobernaron a través de reyes, emperadores, kanes, sultanes, tlatuanis, etc. Grandes proezas humanos se dieron, y no nos referimos a guerras y batallas, sino al desarrollo de los valores humanos universales y perennes. Mesopatamia, Egipto, China, India. México y la Zona Andina, buscaron de muchas formas la trascendencia espiritual de la existencia. Dejando un gran legado espiritual, y magnas obras que trascienden el tiempo.

Sin embargo, en 1776 arranca una nueva forma de ver el mundo y la vida. Sustentada en el culto al “becerro de oro”. En efecto, con la creación de E.U. a partir de una acción concertada de “los mercaderes”, se crea un “nuevo mundo” en el que “la libertad”, el individualismo y el materialismo, serán la base del nuevo paradigma. Caerán las religiones y se engrandecerá la ciencia, caerán los estadistas y emergerán los políticos, caerá el comunitarismo y se fortalecerá el individualismo, caerá el bien común y se impondrá la iniciativa privada, caerán las sabias y milenarias formas de gobierno y se impondrán las democracias, caerá la familia y se impondrá la empresa, caerá la inteligencia y se impondrá la enajenación, caerá la sabiduría y se impondrá la ignorancia, caerá el Estado y asumirá el poder total el Mercado.

Pero este “nuevo orden mundial”, impuesto por “los mercaderes”, que apenas tiene 233 años, ha demostrado con creces su fracaso. Ha creado la era más oscura, injusta y dolorosa de la humanidad.

La abyecta pasión necrofilia por venerar al “becerro de oro”, no solo ha desquiciado y casi destruido a los seres humanos, sino que al mismo planeta, lo esta asesinando a través de la contaminación.
Ha concentrado en pocas manos la riqueza del planeta. Ha explotado a los pueblos y depredado sus recursos naturales. Ha destruido el seno familiar y los valores morales y éticos. Ha comercializado todas las aspiraciones y sueños del ser humano. Ha embrutecido y enajenado a los seres humanos. Los ha llenado de terror y de vacío.

El paradigma del capitalismo: “la libertad”, se ha convertido en libertinaje individual y colectivo, en el que las empresas y corporaciones materialmente no tienen límites para hacer con las personas y la naturaleza, lo que ellas quieran, con tal de “hacer dinero”.

La libertad de “los mercaderes”, ha sumido en la pobreza e ignorancia a gran parte de los seres humanos del planeta. La libertad de hacer guerras, matar o destruir a quien o quienes, se oponga a sus intereses. La libertad de imponer sus intereses económicos, financieros y comerciales a pueblos y naciones. La libertad de transgredir las leyes naturales y crear engendros vegetales y animales. La libertad de esclavizar y embrutecer a los seres humanos. La libertad de imponer su “cultura chatarra”, sus valores y culto al “becerro de oro”, entendida como “modernidad y democracia”, a los pueblos del planeta.

En estos años, de inicio de siglo y finales de la era del “culto al becerro de oro”, el libertinaje, el abuso y la avaricia, han desfondado al propio voraz sistema. El caos financiero y económico nos demuestra que ésta perversa forma de vivir está equivocada, y que enferma a la humanidad y mata al planeta.

Es más que obvio que la democracia y el sistema de partidos es un rotundo fracaso, lo mismo en países ricos que pobres, pues los políticos solo son empleados de “los mercaderes” y solo atienden sus intereses por encima del bien común. Con la democracia, se entretiene y engaña a los pueblos, mientras se impone agazapadamente la dictadura del Mercado.

La economía de mercado nos ha demostrado que no ha podido generar el bienestar de los pueblos, ni de las naciones. Trabajadores, campesinos, obreros, pequeños y medianos comerciantes y empresarios, de todos los países se han visto reducidos y exprimidos por los intereses de las megas corporaciones. Hoy no hay trabajo para la mayoría, y los pocos que tienen puestos en el sistema, cada día ven mermadas sus prestaciones sociales y su raquítico sueldo. El verdadero “mercado libre” cada día se reduce a espacios de subsistencia, por la voracidad y rapacidad de las corporaciones nacionales y trasnacionales.

El trabajador ha sido reducido a nada. La tecnología ha desplazado el saber y la experiencia del trabajador, sea obrero, empelado o campesino. Cada vez se crean inmensas masas de gente ignorante y enajenada, que no sabe hacer nada, que solo cree en el poder del dinero, que compra artículos chatarra y trabaja por un mísero salario. Gente que acepta una vida chatarra y desechable.

La ciencia y la tecnología han sido usadas por “los mercaderes” para explotar y dominar a los seres humanos, no para liberarlos y proveerlos de bienestar. La ciencia y la tecnología están al servicio de la ambición de los dueños del dinero, o inventando armas más sofisticadas, o maquinas que remplacen a la mano de obra calificada, o productos que remplacen a los naturales, o sencillamente, inventando estupideces que embrutecen y enajenan a las personas.

A 233 años de que se inició el dominio de “los mercaderes” y el nuevo orden mundial del imperio del “becerro de oro”, el fundamentalismo terrorista por el culto a la materia y el hacer dinero, ha llevado a los pueblos y gobiernos del mundo a un crisis planetaria, de carácter espiritual, social, cultural y ambiental.

¿Qué es lo que necesitan los seres humanos para darse cuenta cabalmente de esta catástrofe planetaria?

¿Cuantas personas tienen que morir de hambre, o suicidarse, o en las drogas, en la frustración, el estrés y el vacío existencial?

¿Cuántas personas más se requiere que se queden sin empleo en el planeta?

¿Cuántas especies animales y vegetales se necesitan perder para entender que el camino que llevamos es suicida?

¿Cuántas hectáreas de bosques y selvas se necesitan perder para darnos cuenta que estamos desbastando al planeta?

¿Cuántas más elecciones fraudulentas se necesitan para entender que la democracia es un fraude y un engaño a los pueblos del mundo?

¿Qué es lo que necesita el ser humano para tomar conciencia?