jueves, 31 de marzo de 2011

LA PERMANENTE TRAICION DE LOS CRIOLLOS


Desde la fundación de “su país”, al que llamaron equivocadamente México[1], los criollos jamás han demostrado amor, respeto y compromiso con “su país”, y mucho menos con los excluidos habitantes originarios de una de las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad.



Entregando la soberanía, los recursos naturales, el mismo territorio, pero sobre todo, al pueblo a los intereses de potencias extranjeras y voraces empresas trasnacionales a cambio de migajas. La traición, la corrupción y la falta de respeto por la vida han caracterizado a los criollos en el poder desde 1821.

El criollismo es una ideología, no una categoría racial. Esta ideología no es exclusiva de las personas no indígenas o mestizas. Se refiere en cambio a la actitud de rapiña, explotación, depredación y desprecio por los habitantes del país y sus recursos naturales. Por lo que esta ideología está presente en toda la sociedad, indistintamente a su origen racial, cultural o económico.

Históricamente los criollos nunca se propusieron trabajar y luchar por la construcción de un país para las mayorías. En donde la justicia, las oportunidades y el bienestar fuera por igual para todos y cada uno de los ciudadanos.

Nunca ha existido un “Estado de Derecho”, respetado por los propios gobernantes en turno. Nunca ha existido en verdad un compromiso solidario por el bien común. Nunca han estado dispuestos al sacrificio personal.

Siempre han luchado por sus intereses personales y de grupo. La injusticia y el abuso ha sido su divisa. Su egoísmo e insensibilidad humana los ha llevado a cometer –permanentemente- crímenes de lesa humanidad y llevar la injusticia y la exclusión a niveles de tragedia y de aberración impensables.

Su codicia y sus limitadas miras los han enfrentado entre ellos en una lucha permanente en la que han llevado al país no solo a la guerra civil, sino han gestionado las invasiones de potencias extranjeras para ganarle a su enemigo político, desde los masones yorkinos contra los masones escoceses, pasando por los liberales contra los conservadores y llegando en la actualidad a priístas contra panistas.

Los criollos en 1810 traicionaron a los gachupines y orquestaron un estallido social usando a los pueblos indígenas para quitarles el poder colonial y después correrlos del Virreinato en 1828.

A la voz de “a matar gachupines”, Hidalgo levantó a los indígenas en contra de sus parientes los españoles. Al nuevo país le llamaron México, pero en él mantuvieron la misma estructura colonial, es decir, quedo intacto el Sistema de Castas y la tricentenaria explotación y exclusión de los pueblos indígenas.

Sin embargo, los criollos se han caracterizado por su impotencia, incapacidad e incompetencia. Tanto en la administración pública como en la iniciativa privada. Nunca han sabido generar riqueza social y se han especializado en generar pobreza.

En efecto, los primeros tres siglos de Colonia (1521-1821), implicaron una explotación y extracción de los pueblos indígenas y sus recursos naturales en favor de España. Los siguientes dos siglos (1821-2011) en el periodo Neo-colonial favorecieron primero a Europa y finalmente a Estados Unidos.

Sin embargo, los criollos a diferencia de sus parientes los gachupines que “trabajaron arduamente” en la explotación y depredación de la Colonia, los criollos por su impotencia e ineptitud “bicentenaria” han mantenido una estrategia muy cómoda y comodina, que implica que ellos siempre han esperado, deseado y promovido la llegada de empresas y capitales extranjeros “a su país” para generar sucesivamente: “la modernidad, el progreso, el desarrollo, el neoliberalismo y la globalización”.

Los criollos les han entregado a los capitales extranjeros históricamente una mano de obra casi en calidad de esclavos a través de mantener un salario mínimo de hambre y los recursos naturales de la nación a cambio de que los hagan “socios” y les den unas migajas del despojo.


El modelo económico desde 1821 se ha diseñado para favorecer el mercado externo a través de la venta de materias primas y petróleo. La ideología criolla es depredadora y mezquina, la riqueza es solo para ellos, sin importar los daños al pueblo y la naturaleza.

De 1821 a 1921 la entrega fue a Inglaterra, Alemania, Francia y España primordialmente. De 1921 a nuestros días a Estados Unidos. La traición a la Patria y el servilismo en medio de un mar de corrupción ha sido la historia del “México de los criollos”.

Desde Los Tratados de Guadalupe, pasando por el de Bucareli hasta llegar al TLC, todos son una vergüenza a la dignidad de una nación y un golpe a su pueblo. Los criollos han sido capaces de esto, debido a que ellos jamás en verdad han amado y respetado esta tierra y a su gente.

Siempre se han sentido superiores a los descendientes de los pobladores originarios, temporales y lejos de su verdadera patria, por ello siempre presumen sus orígenes "extranjeros", despreciando y haciendo burla de las culturas y pueblos originarios.

La ideología criolla los lleva a tener sus propias zonas habitacionales, recreativas, comerciales. Así como sus exclusivas escuelas, iglesias, clubes deportivos y centros vacacionales, en la que los “morenitos” solo son servidumbre menospreciada.

Este es un capítulo aparte que le da una personalidad a la “patria de los criollos”. En efecto, México siempre ha sido un país sumamente racista y clasista. El desprecio y el odio hacia la cultura, el fenotipo, las tradiciones y costumbres ancestrales ha sido más que manifiesta.

Pero el racismo siempre ha existido bajo una cortina de hipocresía. El clasismo tiene sus orígenes en el Sistema de Castas que de manera persistente se mantiene entre colonizados y colonizadores.

El otro gran rasgo del criollismo es la corrupción. En efecto, los verdaderamente corruptos han sido los criollos, su poder y su riqueza no se pueden explicar de otra manera. Ellos de manera cínica han hecho de la corrupción un emblema de su nación.

Los que han propiciado un país de gente que no respeta la ley, que es abusiva, ventajosa, corrupta, indiscutiblemente que son los poderosos -económica y políticamente-, pues de esta manera pueden conducirse con cinismo y total desden de la Ley.

La ideología criolla optiene el poder político y económico en base a este cáncer social, desde una humilde presidencia municipal, pasando por un gobierno estatal, hasta el poder Ejecutivo Federal, o desde un tendajón hasta una cadena de supermercados.

En un país en el que nos se respete la ley y la gente hace lo que quiere, -sin respetar el derecho ajeno y el bien común-, es el campo propicio para generar las grandes fortunas. No fue de la misma forma como Bill Gates construyó su fortuna que la de Carlos Slim. Los ineptos y los abusivos solo a través de la corrupción pueden progresar.

Este país de los criollos ha sido un fracaso permanente y hoy esta llegado a sus límites. El pueblo ya no puede resistir tanta traición, incompetencia y pobreza. La clase política y empresarial ya acabaron a “la gallina de los huevos de oro”.

La pobreza, la exclusión, la injusticia y la corrupción han tocado fondo. El peligro de un estallido social es inminente, sino fuera por “la válvula de escape” que representa la migración a Estados Unidos, el país de los criollos ya habría estallado.

El desafío es re-parchar el México de los criollos o re-fundar el Anáhuac. Cambiarlo todo para seguir igual como se hizo en 1810 y 1910, o hacer una re-fundación del país de sus cimientos más profundos, partiendo de la raíz cultural ancestral de por lo menos el 80% de la población, entre mestizos e indígenas, que responden con mayor intensidad a su herencia anahuaca. Un país verdaderamente mestizo en su cultura y no solo racialmente.

Un país en el que todos tengan los mismos derechos y las mismas oportunidades. Un país por el que todos estén dispuestos a sacrificarse por un futuro compartido sin privilegios y privilegiados. Un país en el que la ley y la justicia sean para todos.


Un país en donde el bien común este por encima del interés privado. Una país en el que se acabe la colonización, los vencedores y los vencidos. Un país en el que la historia y la cultura de las mayorías no sean excluidos. Un país en el que se base su futuro en su milenaria civilización, como hoy lo hacen China e India.


Un país por el cual todos estén dispuestos a trabajar y cumplir y hacer cumplir con la ley para tener un Estado de Derecho sin concesiones, excepciones y privilegios. Un país orgullosa y plenamente mestizo en donde se fucionen la civilización del Anáhuac y la Occidental.


Esto es lo que necesita un país que tiene hambre de justicia y sed de oportunidades para todos desde hace doscientos años. No más partidos políticos corruptos que “parten y dividen a la sociedad” en facciones, grupos, tribus, carteles, que luchan entre sí y contra todos.

No más los grandes monopolios de los criollos que impiden el desarrollo económico del país y crean pobreza y atraso. Grandes empresas que operan como “carteles criminales” que aniquilan la competencia y a la pequeña y mediana empresa. Empresas de ricos que pagan sueldos de hambre y escamoteando las más elementales prestaciones al trabajador.

Un país en el que la ignorancia y enajenación no sea el negocio más lucrativo. Un país en el que se tome en cuenta como base y esencia de su fundación los valores, principios, sentimientos de su milenaria civilización Madre a la que la mayoría pertenecen y al mismo tiempo están ajenos.


Un país mestizo verdaderamente en el que todos sean incluidos y tomados en cuenta. Un país en que la decencia y la honorabilidad vuelvan a honrar todos los actos públicos y privados.

En el que no importe el color de la piel y que se reconozca con orgullo y dignidad a los pueblos y culturas originales. En donde el mestizo desculturizado conozca la grandeza de su cultura Madre y no se auto desprecie.

Un país en el que el amor y el respeto a la vida, la familia, la naturaleza, la comunidad vuelvan a ser el factor fundamental de unión y trabajo. Un país en donde lo sagrado y lo divino vuelvan a ocupar un lugar privilegiado en los corazones de todos sus hijos.

[1] Francisco Javier Clavijero a finales del S XVI, quien es considerado el primer historiador de México escribe que el nombre original del territorio de La Nueva España es Anáhuac. En 1813 Morelos convoca en Chilpancingo al “Primer Congreso del Anáhuac” en donde daría a conocer “Los Sentimientos de La Nación”.