lunes, 26 de septiembre de 2011

MEXICA-NO…ANAHUACA SÍ





¿Quién le puso a este país “MÉXICO”? ¿De dónde viene el término? ¿Somos en verdad mexicas todos? ¿Existe un nombre antiguo de esta región cultural del mundo? ¿Sabemos que somos los hijos de los hijos de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del mundo? ¿Por qué tanta ignorancia de un asunto tan esencial como el saber quiénes en verdad somos, o ese es el objetivo, ser un pueblo amnésico?, y si fuera así, ¿cuál es la razón?


En general, las personas aceptamos todo sin analizarlo. La “Historia oficial” es la biografía autorizada del Estado. Los gobiernos criollos (liberales y conservadores, priístas y panistas) inventaron “sus país” en 1821 al derrotar y posteriormente expulsar a los gachupines del territorio del Virreinato de la Nueva España. En la construcción de “su país” han tenido tres grandes errores: La exclusión, la lucha fratricida y la explotación.


Primero, excluir a la mayoría de ciudadanos que son y han sido de de origen “indígena”, producto de la civilización del Anáhuac. Es decir, en su modelo de país, no se contempla la civilización invadida que seguirá en calidad de vencida en un sistema neocolonial. Segundo, enfrentarse en una lucha fratricida con dos modelos de país, totalmente antagónicos y excluyentes. Tercero, que su modelo económico desde 1821, se sustenta a partir de la llegada de capitales extranjeros para impulsar el enriquecimiento de sus familias y grupos de poder, sin que los criollos trabajen y arriesguen. La propuesta es que ellos, con el poder, entregan a los capitales extranjeros una mano de obra casi en calidad de esclavitud con los mínimos derechos, y con todos los recursos naturales para su impune depredación. Todo esto a cambio de recibir ilegales ganancias a través de la corrupción o la simulación de sociedades anónimas.


Esta es la realidad de “este país de criollos” desde 1821 a nuestros días. Y esta es la razón por la cual se ha hecho todo lo posible por mantener a la mayoría de los ciudadanos en la ignorancia de sí mismos. Esta “inconsciencia inducida” que se traduce en amnesia colectiva, permite que se practiquen toda clase de abusos e injusticias con el pueblo y la Nación, sin que la gente se sienta afectada. Los “conservadores-panistas”, que se han caracterizado por ser la parte más oscura y torpe de la ideología criolla, en los dos últimos gobiernos federales han quitado de la Educación Pública la historia antigua: Fox de la primaria y Calderón de la secundaria, no solo la historia antigua, también, las humanidades que nos forman como seres conscientes de nosotros y nuestro entorno y no solo consumidores y productores para alimentar la economía de mercado.


En síntesis, por miles de años nuestros antepasados crearon una de las más importantes civilizaciones del la humanidad (tan antigua y valiosa como China e India), pero desde hace cinco siglos ha sido total y brutalmente excluida la civilización del Anáhuac, por un puñado de vivales que ha cambiado las milenarias leyes, autoridades e instituciones para beneficio, de; primero, de la corona española y, después, para beneficio de los criollos neocoloniales y sus socios extranjeros. La principal arma para hacer este despojo es quitarle al pueblo invadido-explotado su memoria histórica, porque, como personas, familias y pueblos, somos lo que recordamos…y sí no recordamos nada…no somos nada y pueden hacer todo lo que quieran. Por esto es importante reflexionar y debatir sobre este punto. Los orígenes estructurales de los males de la Nación son de amnesia histórica y falta de identidad. Lo demás, son sus consecuencias. La realidad es que seguimos viviendo en un sistema colonial hipócritamente disfrazado de democracia representativa.






Pero vayamos a la “verdadera historia” y desmantelemos las mentiras coloniales. En el siglo XVIII el primer historiador criollo, Francisco Javier Clavijero (1731-1787) en su libro HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO escribe reiteradamente que el nombre de las tierras donde se instauró el Virreinato de la Nueva España, se llamaba ANÁHUAC. Citas: “LIBRO I 1. DIVISIÓN DE LA TIERRA DE ANÁHUAC. El nombre de Anáhuac que según su etimología se dio al principio a sólo el Valle de México, por estar situadas sus principales poblaciones en la ribera de los lagos, se extendió después a casi todo el espacio de tierra que hoy es conocida con el nombre de Nueva España.”, “6. CLIMA DE ANÁHUAC. El clima de las tierras de Anáhuac es variable según su situación.”, “12. Yo no pretendo corregir todos sus errores, ni ilustrar la historia natural de aquél reino, sino solamente dar alguna idea a mis lectores de los cuadrúpedos, las aves, los reptiles, los peces y los insectos que sustenta la tierra y el agua de Anáhuac.”. “LIBRO II 1. LOS TOLTECAS. La historia de la primitiva población de Anáhuac es tan oscura y está alterada con tantas fábulas…, del método de contar los años de que usaron los mexicanos y demás naciones cultas de Anáhuac;” (note como aquí, Clavijero les llama a los mexicas: mexicanos). “LIBRO VI 25. EDAD, SIGLO Y AÑO MEXICANO. …Distinguían los mexicanos, los acolhuás y demás naciones de Anáhuac, cuatro diferentes edades del mundo…”. LIBRO VII 23 ARMAS DE LOS MEXICANOS. Las armas defensivas y ofensivas de que usaban los mexicanos y demás naciones de Anáhuac,…”. Seguir citando a Clavijero para una mente analítica es ocioso. Para el primer historiador criollo resulta claro que esta tierra antes de la invasión era conocida por “Anáhuac” y que los “mexicanos” son una de las tantas naciones que aquí vivían.


Pero también el primer “investigador” español que escribió HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE NUEVA ESPAÑA, el francisano Bernardino de Sahagún (1499-1590), quien llegó a éste continente en 1529 para realizar una investigación de la cultura y religión de los pueblos invadidos, no para enaltecerla, sino para poder destruirla con mayor efectividad por la iglesia católica, como lo señala el historiador José Luís Guerrero, en su libro “Flor y canto, en el nacimiento de México” (1990). Sahagún escribe en el “LIBRO IV. DE LO QUE HACIAN EN LLEGANDO A DONDE IBAN. 2.- Entraban en la provincia de Anáhuac no todos, sino aquellos que iban de parte del señor de México, con quien estaban aliados y confederados,”.


El arqueólogo Román Piña Chan (1929-2001), en su libro HISTORIA, ARQUEOLOGÍA Y ARTE PREHISPÁNICO (1972) Cita nuevamente a Sahágun en el Códice Florentino y señala, “De estos cuenta que fueron en pos de los toltecas cundo salieron de Tullan, y se fueron hacia el oriente, llevando consigo las pinturas de sus hechicerías; y que llegando al puerto se quedaron allí, y no pudieron pasar por la mar, y de ellos descienden los que al presente se llaman Anahuaca Mixteca…” (p.51).


Solo basta hacer una lectura “descolonizada” de las llamadas “fuentes” para saber que lo que hoy llamamos equivocadamente México se conocía como Anáhuac. Fray Toribio de Benavente (¿1482-1569?) en su HISTORIA DE LOS INDIOS DE LA NUEVA ESPAÑA escribe: CAPÍTULO I. 39 “Vinieron con grandes gracias y perdones de nuestro Santo Padre, y con especial mandamiento de la sacra Majestad del Emperador nuestro señor, para la conversión de los indios naturales de esta tierra de Anáhuac, ahora llamada Nueva España.” “CAPÍTULO V. 75 Diversas naciones, diversos modos y maneras tuvieron en la cuenta del año, y así fue en esta tierra de Anáhuac,”. “CAPÍTULO XII. 121 La manera de los templos de esta tierra de Anáhuac, o Nueva España,”. “Carta de Fray Toribio de Benabente al emperador Carlos V, enero 2 de 1555. 2 …éstos comenzaron a edificar casas y a cultivar la tierra y a la desmontar, y como éstos se fuesen multiplicando y fuesen gente de más habilidad y de más capacidad que los primeros habitadores, poco a poco se fueron enseñoreando de estas tierras, que su propio nombre es Anáhuac.”


Es más que claro entonces que estas tierras antes de la invasión europea eran nombradas “Anáhuac” y los pueblos que en ellas vivían era “anahuacas”. Entonces, por qué el nombre de México. El mismo José María Morelos y Pavón, en medio del estallido social en 1813 en contra de los españoles, convoca en Chilpancingo al “Primer Congreso del Anáhuac” para dar a conocer “Los Sentimientos de la Nación”. En efecto, en 1813 todavía no eran muy claro los objetivos y alcances que podía llegar a tener el estallido social en contra de los gachupines, pues en ese momento Francia tenía invadida a España. Por ello Morelos convoca al congreso, al que nombra -“del Anáhuac”-, en honor al nombre original de esta tierra.


La palabra México en lengua náhuatl quiere decir, “en el centro del lago de la luna”. Uno de los tantos pueblos nahuas que llegaron al Altiplano Central fueron los mexicas, y al fundar su capital en un pequeño islote del lago le llamaron México-Tenochtitlán. Una de las versiones más aceptables del nombre de Tenochtitlán es que es la tierra del sacerdote que los guió en la peregrinación del Norte hacia el Sur, llamado Tenoch. El propio Motolinia apunta en su obra que el nombre que tenía el último pueblo en llegar al Valle del Anáhuac era “mexitli” y que se auto nombraban “mexitis, y que a su fundación le llamaron “Timixtitlan” con dos barrios: México y Tlatelulco. Sea como fuere, los mexicas fueron los últimos que llegaron al Valle del Anáhuac y son la cultura decadente del periodo Postclásico con una duración de apenas 196 años, de 1325 a 1521, de los cuales, solo tuvieron un relativo poder de 1440 a 1521, es decir, solo 81 años. Se debe señalar que los mexicas no llegaron en el periodo del esplendor del Anáhuac entre el 200 a.C. y el 850 d.C. Sin embargo, la historia oficial criolla, los pone como un “imperio super poderoso y dominador de todo el Anáhuac, al cual 850 españoles lograron vencer. Las dos ideas totalmente falsas.


El nombre de México se lo pusieron indebidamente los criollos en la fundación de “su país”, con la pretensión de deslindarse de España. La mítica de historiadores criollos como Clavijero, era darle al criollismo un estatus de pertenencia a esta tierra. Durante la Colonia, se entendía como -original de esta tierra- lo “criollo”, de dónde viene los términos de “maíz criollo y gallina criolla”, frente a lo castellano o de castilla, como “nuez de castilla, o rosa de castilla”. Los criollos defendían la idea de “los heroicos conquistadores”, frente a la llegada de los burócratas de la corona que los desplazaron.


El proyecto colonial y neocolonial está sustentado en que los invadidos-colonizados-explotados de ayer y de hoy, pierdan total y absolutamente la memoria y con ello la consciencia. Esta es la razón por la cual indebidamente se llama “historia prehispánica, precolombina, precortesiana a la milenaria historia del Anáhuac. Y a la civilización no se le reconoce como “del Anáhuac”, por ello colonizadamente se llama Mesoamérica, México antiguo o azteca.


Por qué no nombrar a este país con su verdadero y milenario nombre? Porque significaría que como pueblo hemos recuperado la memoria histórica y ha finalizado nuestra amnesia. Porque significaría que hemos recobrado la dignidad, la justicia y la fraternidad, y que por consiguiente es posible el final de la colonización, la explotación y la injusticia. Porque significaría que el grupo reducido de familias y pequeños grupos de poder que viven a expensas de la pobreza de las mayorías, ha dado paso al restablecimiento del bien común sobre el interés privado y a la democracia participativa. Porque significaría el final de la ideología criolla que impide el bienestar, desarrollo y reparto de la riqueza y las oportunidades.


Renombrarlo sería el símbolo de que por fin, construimos un país sin racismo y clasismo, basado en la sabiduría ancestral, producto de la experiencia de Desarrollo Humano de nuestra antigua civilización. Por ello el título de este artículo: “mexica-no…anahuaca si”.


Significaría retomar la ruta propia de una manera similar a la forma en que lo han hecho otros países como China e India, consolidando verdaderamente el mestizaje, con lo mejor y más valioso de la civilización del Anáhuac, de Europa, Asia y África; porque estas culturas han estado presentes en nuestra formación, como en casi todos los países del mundo.


El futuro de nuestro pueblo es su milenario pasado.

martes, 2 de agosto de 2011

EL GRAN ENGAÑO HISTÓRICO DE MÉXICO.




Gran parte de las personas que habitamos este vasto territorio llamado México, hemos vivido engañados los últimos dos siglos. Usados y explotados por un puñado de abusadores que han llegado sucesivamente a estas tierras y han explotado inhumanamente a los pueblos originarios y han depredado despiadadamente sus recursos naturales.


Para hacer posible esto, los colonizadores-explotadores fundamentalmente le han quitado “la memoria histórica a los invadidos”. Es decir, los han mantenido en un estado amnésico. No saben quiénes son, de dónde vienen y mucho menos a dónde van. Una inmensa masa de gente ignorante, desculturizada y desmemoriada. Tratando de ser…lo que el colonizador le impone que sea a su conveniencia. Trescientos años tratando de ser españoles y hasta le pusieron a esta tierra “La Nueva España”, después cien años pretendiendo fallidamente ser franceses y en el último siglo, hemos tratado de ser inútilmente norteamericanos. Permanentemente despreciando lo propio y exaltando frenéticamente lo ajeno.




Este enorme pueblo mestizo desculturizado, que rechaza tercamente ser indígena y desprecia rabiosamente la Cultura Madre. Que pretende ser “mestizo-europeizado” o de pérdida “moderno-agringado”. Se aleja de lo indígena y que nunca llega a ser español, francés o norteamericano. Ese ciudadano ignorante, vulgar, fatuo. Aquél que construye sus paradigmas existenciales en la televisión, en las marcas comerciales, en la “modernidad”, en el consumo. Ese que es en el fondo inseguro, violento, desconfiado, despiadado, temeroso, voraz y depredador. Ese que jamás será urbano, ni respetará una línea de personas, ese que rebasa por la derecha y se pasa los altos, el que se estaciona en doble fila y no da el paso a los peatones. El que tira basura en todas partes y siempre quiere sacar provecho personal de los demás…ese que desprecia a los indígenas y los campesinos y admira a los extranjeros. Ese que siempre se piensa por encima de los demás. Ese que no sabe nada de la historia antigua de la Civilización Madre que le da vida y esencia. Ese que por desgracias es la gran mayoría en este país. Este ciudadano es una perfecta creación del colonizador-explotador, así nos quieren así nos necesitan así los hacemos ricos.




Solo teniendo esa clase de gente, los colonizadores explotadores pueden seguir haciendo grandes fortunas y vivir en la injusticia más cínica. Como casi todos los grandes capitales de este país, están en manos de “CRIOLLOS”, es decir, hijos de extranjeros avecindados en este país. La riqueza de Carlos Slim, sus secuaces y sus paisanos es directamente proporcional a la ignorancia del pueblo que explotan. Poco menos del 10% de ¿mexicanos? (los criollos) posee el 40% de la riqueza nacional. Es decir, este país le pertenece a unos cuantos y los demás son…como ganado o pollos en granja. Más nada.




Este “país” nació gracias a una lucha entre criollos y peninsulares por el derecho de explotar a los invadidos. Nuestra profunda herencia civilizatoria de siete milenios y medio ha sido brutalmente cercenada. Se impuso un sistema colonial durante 3 siglos y los criollos traicionaron a sus parientes y les echaron encima a la inmensa masa de nativos pobres y sedientos de justicia. Esa fue la Guerra de “Independencia”. Toda cambió para seguir igual.




Los criollos se inventaron “su país”, al que le pusieron MÉXICO indebidamente, pues en la memoria histórica milenaria se sabe que estas tierras son EL ANÁHUAC. México viene de mexicas, de modo que los zapotecas, mixtecas, mayas y un largo etcétera no son mexicas y por ende, con propiedad, ¡mexicanos!





Durante el siglo XIX los criollos se dividieron en dos bandos: masones yorkinos-liberales-federalistas-republicanos (priístas) y se enfrentaron a los masones escoceses-conservadores-centralistas-monárquicos (panistas), en una guerra fratricida por el poder, en la que fuimos invadidos en dos ocasiones y nos quitaron más de la mitad del territorio. Ni los peninsulares ni los criollos les han dado una verdadera oportunidad a los pueblos originales y a la Cultura Madre en estos quinientos años de colonización y neo colonización.




La Colonia y el país…siempre han sido de ellos y para ellos. ¿Cómo lo han logrado?, quitándole la memoria histórica al vencido-invadido. Haciéndale creer primero que era súbito español y después “mexicano”. Que él desciende de españoles o franceses, que él nada tiene que ver con la civilización indígena que se presume muerta. Que ser parte de la Civilización Madre es cosa negativa y de bajo nivel, esto es ser: naco, yope, indio, ignorante, vulgar, pobre, que no es lo mismo pero es igual.





Rechazar su Cultura, sus orígenes, sus tradiciones, su historia, su fenotipo, su color de piel, rechazarse a sí mismo y tratar de ser un colonizador de su propio pueblo (a eso le han enseñado a llamarle “triunfar”). En un mundo depredador, en un país en donde es todos contra todos, en el que no se respeta la ley, en el que la corrupción es el aceite que mueve al sistema, en el que el más sinvergüenza es el más listo, en el que no hay justicia, equidad, ni piedad…en un país así, es como Carlos Silm puede hacerse el hombre más rico del mundo. El Sistema Colonial es eso precisamente, desorden, corrupción, vulgaridad, ignorancia, en el pueblo; porque piénselo bien amable lector, “a río revuelto, ¡ganancia de criollos neo colonizadores!





A los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos nos han engañado quinientos años. Nos han hecho perder nuestra memoria histórica, nuestro orgullo de ser herederos de una de las seis civilizaciones más antiguas del planeta. Nos han hecho creer que fuimos “novohispanos” y que hoy somos “mexicanos”, pero desde la INVASIÓN hemos perdido la propiedad y conducción de nuestra NACIÓN. Nos han hecho olvidar (momentáneamente) que somos hijos del ANÁHUAC, que somos poseedores de una milenaria sabiduría de cómo vivir en armonía con nuestros semejantes y con la naturaleza. Nos han hecho perder nuestros conocimientos sobre el mundo y la vida. Nos han quitado el sentido sagrado y místico de la existencia. Nos han vuelto inseguros, frágiles, violentos, ignorantes, dependientes. De esta manera se explica el por qué Fox mandó quitar de los estudios de Secundaria la Historia antigua de México.





Este país llamado México NO nos pertenece, por lo menos a la gran mayoría. Existe un 10% de criollos que tienen el poder y el dinero, otro 10% poseen solo el 1% de la riqueza y por supuesto, son los pueblos indígenas. Y existe una inmensa masa del 80% de mestizos deculturizados, hijos del canal de las barras y las estrellas. Dispuestos a pintarse el cabello de amarillo, a untarse cremas blanqueadores, a ponerle a sus hijos nombres extranjeros, a ser consumidores “muuderrnos”, a comer comida chatarra y pasear en los “moles”, a vivir a crédito y cumplir el anhelo existencial de ir a Disneylandia.




Millones de “mexicanos” que viven entre las telecomedias, los partidos de fútbol, los noticieros, los “reality shows” y los chismes de los artistas, la filosofía de Ramones, Brozo, Cristina y la flaco y el gordo. Creyendo en las farsas de la mañosa democracia electorera, esperando sacar mayor partido y mejor provecho personal de la política corrupta.





Gente vulgar, vana, superflua, que solo vive pensando en tener dinero y poder comprar y ver más televisión. Personas insensibles e inconscientes, embrutecidas, fácilmente manejables e influenciables y explotables.





La riqueza de unos cuantos se fundamenta precisamente en todo esto. En la pérdida de la memoria histórica, en la ignorancia de nosotros mismos, en el rechazo y desprecio que hemos aprendido a tener de “lo propio-nuestro”.





El invasor-colonizador-explotador nos puede permitir cualquier cosa, MENOS QUE RECUPEREMOS LA MEMEORIA HISTÓRICA y sepamos quiénes somos, de dónde venimos y a dónde queremos ir, como individuos y como pueblo. Porque en eso memento se acaba su poder y su riqueza. Esta es la razón por la cual los mexicanos somos “INDEFENSOS EXTRANJEROS INCULTOS EN NUESTRA PROPIA TIERRA”. Conocedores de Europa y sabedores de qué color era el caballo blanco de Napoleón, el Coliseo Romano y el Partenón griego, pero totalmente ignorantes cuando vamos a Teotihuacán, Monte Alban o Chicen Itza.





Esta es la razón por la que no entendemos qué es lo que pasa “en nuestro país”. Pensamos que quienes tienen el poder y el dinero son hermanos nuestros y están preocupados solidariamente por nosotros, “el pueblo-su pueblo”. Que comparten un proyecto de mejora común, en el que nos ligan las mismas aspiraciones, anhelos y proyectos. Pero eso NO ES CIERTO, los que tienen el poder y el dinero desde 1521, solo pretenden explotar y depredar, para regresar a su verdadera tierra a disfrutar sus ganancias, como Slim que se la vive en Líbano.





El gran engaño es que “México” no nos pertenece, en cambio, El Anáhuac es nuestro futuro, el propio-nuestro. Solo tenemos que despertar recuperando la milenaria memoria histórica. Abrir los ojos y poner la mirada en el fondo de nuestro corazón. (2007)

viernes, 8 de julio de 2011

ARQUEOLOGÍA E IDEOLOGÍA CRIOLLA


Desde 1492 los europeos han excluido total y sistemáticamente “en su nuevo mundo”, a las civilizaciones que invadieron, en el Norte a la del Anáhuac, y en el Sur a la del Tawantinsuyu. No solamente fue el robo, destrucción y asesinato, sino a lo largo de estos cinco siglos ha sido la negación primero como seres humanos y hasta nuestros días, de sus derechos como pueblos y culturas originarias.

En el periodo colonial fueron tratados como esclavos y vencidos de guerra, como lo señaló en su día Gines de Sepúlveda. En los doscientos años de “vida independiente”, los criollos han excluido a los pueblos y culturas originarias en la construcción del proyecto de las nuevas naciones que crearon por todo el continente.

Los criollos se han caracterizado por ser acomplejados, incompetentes y con una baja auto estima, pues jamás se asimilaron concientemente a la civilización Madre y nunca han sido aceptados por su “Madre patria”. Desprecian permanentemente a los pueblos y culturas originarias, y al mismo tiempo tratan de ser recalcitrantemente más españoles que los españoles de España, que por supuesto, nunca los han aceptado como iguales. Ni de aquí ni da allá. Es curioso, pero hasta la fecha, se sienten “españoles” en México y en España mexicanos que cantan nostálgicos “el cielito lindo” con un enorme sobrero para turistas.

Desde principios del siglo XIX, los criollos han despreciado a los habitantes indígenas y mestizos, aunque siempre han sido la mayoría de habitantes “en sus nuevos países”. Siempre han tenido los ojos y el corazón puestos afuera, y permanentemente han despreciado lo autóctono. Primero Francia y ahora Estados Unidos. Los criollos son extranjeros incultos en su propia tierra, siempre exaltando lo ajeno y despreciando lo propio. La cultura dominante y su ideología criolla es la que carece de identidad, por esta razón nunca le dieron importancia a las civilizaciones que destruyeron. Jamás, en estos cinco siglos se interesaron seria y profundamente por conocer y dimensionar la grandeza cultural y humana de los pueblos sometidos. Su interés solo fue destruirlos, someterlos y explotarlos.

Esta actitud explica, el por qué, los “descubridores” de las más famosas zonas arqueológicas del continente fueran extranjeros y no criollos. En principio debemos de señalar que existe un sentido colonizador al hablar de “descubrimientos”. Al igual que el continente, nunca fue “descubierto”, porque mucho antes de que los europeos se “medio civilizaran”, los Viejos Abuelos en el continente ya conocían perfectamente la cuenta del tiempo. Culturalmente es más antiguo el Cem Anáhuac y el Tawantinsuyu que la península europea, que por cierto no tiene culturalmente un origen autónomo. De modo que el venir a robar y destruir, no implica el “descubrir”.

Así que por ejemplo Machu Pichu y Chichen Itza, por citar solo dos zonas arqueológicas que siempre fueron conocida su existencia y ubicación por los pueblos originarios (sus herederos), pero como ellos nunca han sido tomados en cuenta por los criollos…no valen, no tienen voz, no existen, en los nuevos países que se fundaron a principios del silgo XIX. En aquellos tiempos los criollos tenían sus ojos puestos en Francia y por supuesto, “las antigüedades y las ruinas” de los pueblos invadidos, vencidos y esclavizados, no tenían ningún valor para ellos. Tuvieron que venir extranjeros a “descubrir” lo que para ellos no existía, pero estaba en “sus narices”.

Para el caso de Machu Pichu se supone que un agricultor criollo Agustín Lizárraga, buscando nuevas tierras de cultivo “descubrió” Machu Pichu nueve años antes de que el estadounidense Hiram Bingham lo hiciera el 24 de julio de 1911, financiado por un rico joyero, la Universidad Yale y con la recomendación del Presidente Tiffany de E.U. Por cierto, Bingham fue el primer saqueador de Machu Pichu del que sustrajo 40 mil piezas arqueológicas y las llevó a E.U.

Pero lo mismo le sucedió a Chichen Itza, que en 1840 John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood visitaron la zona arqueológica de Chichén Itzá que pertenecía a un criollo llamado Juan Sosa y en 1894, Edward Herbert Thompson adquirió la Hacienda de Chichén-Itzá, realizó estudios, exploraciones y saqueo en la zona, en especial dentro del cenote sagrado. Hasta hace muy poco, la zona arqueológica era propiedad privada de una rancia familia yucateca.

En estos dos siglos de la creación de México, el país de los criollos y para los criollos, jamás éstos han valorado y buscado inspiración en el portentoso legado cultural y filosófico de la Toltecáyotl. Dos presidentes tomaron en cuenta, de manera relativa y circunstancial, la riqueza arqueológica de México. Porfirio Díaz ordenó para las fiestas del Centenario “limpiar” la pirámide del Sol en Teotihuacan, destrucción que estuvo a cargo del arqueólogo Leopoldo Batres y Carlos Salinas, que convirtió al INAH en una institución “creadora de Disenylandias Prehispánicas”, para atraer turistas a México.

Pero en estos dos siglos de la “República Criolla”, jamás el pasado milenario del Anáhuac (que es una de las seis civilizaciones más antiguas del mundo), que oficialmente es llamado “Prehispánico” (es decir, antes de los españoles), ha sido tomado en cuenta para la formación de valores, ideales y actitudes. La experiencia de siete milenios y medio en la creación del conocimiento, la alimentación, la salud, la educación y la organización social anahuaca, ha sido excluida total y absolutamente. Para la ideología criolla el “indio bueno” fue el que hizo pirámides y cacharros para los turistas. Los pueblos originarios sobrevivientes al holocausto colonizador son un problema, son “los indios malos”, pues ahora sus tierras y recursos naturales son codiciados por las empresas trasnacionales y los capitales criollos y ellos “se oponen al desarrollo neoliberal globalizado”.

El problema para los criollos es que su país, tiene los días contados. Tanta incompetencia, cinismo y corrupción, esta haciendo que su “país” se les deshaga en las manos (corruptas). Sus leyes, autoridades e instituciones se desmoronan por sus propios errores, incapacidades y corruptelas. Ya ni ellos creen en su propio país. Sin embargo, el Anáhuac espera pacientemente el momento de su luminoso despertar. Como lo está haciendo China o India, tan antiguos como el Anáhuac. No es un discurso mesiánico, es en cambio, una realidad histórica. El Anáhuac tiene ocho milenios de existencia, México apenas doscientos años. Uno es “propio-nuestro”, el otro es ajeno.

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martes, 3 de mayo de 2011

EL DESAFÍO HISTÓRICO DE LOS CRIOLLOS Y LOS MESTIZOS


La exclusión de los valores y principios de la civilización del Anáhuac, en la formación del mestizaje, ha sido el más grave error histórico, tanto de los criollos como de los mestizos. Se han privado de lo mejor de sí mismos.

En efecto, toda mezcla racial y cultural es promotora de la diversidad y la innovación. De hecho, no existen pueblos “puros” racial y culturalmente en el planeta. Partiendo de que el origen del ser humano viene de África y que las culturas más antiguas, como la sumeria, es producida por la cultura Obeid (4500 a.C.) y posteriormente por la cultura Umma, hasta llegar a la cultura persa, que a través de miles de años y mestizajes diversos consolidó un rostro propio que la define y la representa. Lo mismo podríamos decir de Egipto y de las demás civilizaciones llamadas Madre. Todas y cada una de ellas fueron el fruto del encuentro y mezcla entre pueblos y culturas diversas.

El ejemplo más obvio es el pueblo español, que es la mezcla más grande de las mezclas raciales y culturales, pues la península ibérica siempre fue y ha sido un puente geográfico, étnico, lingüístico y cultural entre África y Europa. El pueblo español está conformado por iberos, celtas, godos, visigodos, cartagineses, romanos, berbergs, árabes, africanos, entre muchos otros. Y esta serie de encuentros, fusiones y apropiaciones culturales se traducen en riqueza humana y en la sistematización de la sabiduría existencial que aporta cada pueblo y cultura. España es la síntesis de toda la experiencia, sabiduría y sensibilidad, que a través de los siglos aportaron todos estos pueblos. Ahí radica justamente su belleza y su fuerza.

Sin embargo, los criollos y los mestizos en la formación del país que ellos llamarón equivocadamente “México”, (en honor a la Gran México-Tenochtitlán de los mexicas, negando a todos los demás pueblos originarios del Anáhuac, que no son mexicas y mexicanos), siempre excluyeron esquizofrénicamente la riqueza, experiencia y sabiduría de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del mundo. Este grave error lo han pagado y lo siguen pagando a un precio muy alto, pues han quedado impotentes, perdidos en el “laberinto de la desolación”.

Los criollos, porque a lo largo de la Colonia siempre se sintieron y se comportaron como españoles de segunda. Siempre envidiándole al gachupín su capacidad de generar la riqueza y permanentemente frustrados, tratando de ser “más españoles que los de España”. Muchas fueron las críticas de los viajeros peninsulares y europeos, de este lastre en el Virreinato de la Nueva España, donde todos querían ser más nobles y más hispanos en sus excesos, que en la propia corte de Madrid. Este sentido de lejanía los hacía ser excesivos y recalcitrantes en mantener “un ser y sentir español” y por consiguiente, alimentó sus cuantiosas fobias a las culturas originarias. A pesar de que se criaban, vivían, comían y se enriquecían de la generosa cultura local. Pero sobre todo, nunca se dieron cuenta de que esta cultura Madre, tan antigua como la de la China o de la India, poco a poco los fue transformado al punto que a pesar de rechazarla, cuando regresaban y regresan a España, los españoles al verlos y sentirlos diferentes, les han llamado “indianos”, pues ya no son como ellos, el mestizaje cultural los ha hecho diferentes.

Los mestizos también en estos cinco siglos han cargado la misma cruz. Sí los criollos eran rechazados por los gachupines, los mestizos eran rechazados por los criollos, que los sentían menos. Pero al mismo tiempo, los mestizos rechazaban a los pueblos y culturas originarias. De esta manera, sí los criollos se empeñaban en ser más españoles que los españoles de España, los mestizos se empeñaban en ser más criollos que los criollos, primero de la Colonia y luego del “México independiente”. El mestizo acepta su mestizaje a regañadientes, pero siempre se afirma y se siente mucho más “español”. Ambos, tanto criollos como mestizos, despreciaron, excluyeron y negaron la riqueza, experiencia y sabiduría de una de las civilizaciones más antiguas de la humanidad. Razón por la cual, nunca han logrado trascender sus propias autolimitaciones mentales y culturales.

Tanto criollos como mestizos, por la colonización mental y espiritual no han podido desarrollar en plenitud todo el potencial creador e innovador que tiene la mezcla cultural en el género humano. Por esta razón es que el país que fundaron en 1821 ha sido un país impotente, siempre enfrentado y dividido, siempre depredado por propios y extraños. Muy pocas veces se ha amado, respetado y luchado por el verdadero pueblo. Como apuntó en su día Guillermo Bonfil, el México imaginario siempre ha querido “recatar” al México profundo, pero jamás lo ha tomado en cuenta. No reconoce ningún valor en la esencia y raíz civilizatoria anahuaca.

La formación de “la nación mexicana” ha estado en manos de un puñado de extranjerizantes que han querido civilizar, cristianizar, progresar, modernizar, industrializar, integrar, neoliberalizar y globalizar al país. Siempre divididos y enfrentados. Sí unos eran liberales los otros eran conservadores, sí unos eran republicanos los otros monárquicos, sí unos eran federalistas los otros centralistas, sí unos eran pro Estados Unidos los otros pro Europa, sí unos son priístas los otros panistas. En lo único que los dos bandos han estado totalmente de acuerdo es en negar y excluir los derechos y culturas originarias. Para este puñado de líderes, la civilización del Anáhuac no ha tenido nada que aportar para la construcción de “su nación”. Todo lo referente a la civilización anahuaca es digno de desprecio, rechazo y destrucción, sean sus lenguas, tradiciones, usos y costumbres.

La idea que siempre han tenido los criollos y los mestizos es la desaparición de los pueblos y culturas anahuacas, sean por medio de “la integración” a la cultura dominante o literalmente por el genocidio, para la explotación de sus territorios y recursos naturales, que desde milenios han sido comunitarios y no sujetos a la explotación depredadora. Pero esta política y actitud cultural de genocidio que ha vivido la sociedad y cultura colonizadora y neocolonizadora, también se lleva a la par en el universo personal, familiar y comunitario. El criollo y el mestizo, permanentemente están a la caza y satirización de las manifestaciones culturales anahuacas en sus propias vidas cotidianas y en su mundo familiar y social.

El punto es desaparecer todo vestigio, presencia o referencia de la cultura anahuaca, tanto en el fenotipo, la lengua, el vestir, alimentación, gustos y preferencias, como también en los usos y costumbres personales, familiares y sociales. Entre más hispano, francés o norteamericano sea el criollo y el mestizo, mejor se sitúa en la pirámide social. Ambos, jamás han vislumbrado la riqueza y las mayores posibilidades que tendrían sí hicieran suya la sabiduría milenaria de la Toltecáyotl. Sus complejos e ignorancia les ha impedido dimensionar el poderío y el potencial que tiene el fusionar y equilibrar las dos culturas.

Porque es indudable que pese a su consiente negativa de tomar en cuenta el potencial de la civilización anahuaca, inconscientemente lo han hecho y han podido producir –en los dos casos-, una gran cantidad de maravillosas manifestaciones culturales, únicas en el mundo, como es la charrería, la cultura culinaria, la música y un largo etcétera. Los criollos y los mestizos, ni son españoles ni anahuacas, son una mezcla forzada de las culturas de Europa, Asía y África por una parte, y por la otra, de las diversas culturas del la civilización del Anáhuac.

Hasta ahora ha sido una mezcla producto de la violencia, el abuso, la ignorancia y la negación, una mezcla inconciente. Pero esa mezcla, a pesar de esto ha producido elementos culturales esquicitos y maravillosos. El desafío, en la construcción de una nación con justicia y sin exclusiones, es iniciar una mezcla creativa, respetuosa y inteligente, en condiciones de justica e igualdad.

Por razones históricas que no trataremos en esta reflexión, la civilización del Anáhuac perdió su continuidad y evolución natural de manera temporal que desarrolló durante siete milenios y medio. En estos últimos cinco siglos se ha mantenido en la cultura de la resistencia los elementos culturales más importantes heredados de la Toltecáyotl. Es claro y obvio que el proyecto neocolonial no tiene futuro. El desafío para el presente inmediato es pensar cómo construiremos una nación más justa y humana. Y por supuesto, que no será, como se ha venido haciendo en los últimos cinco siglos…trayendo ideas de fuera y excluyendo la sabiduría y experiencia propia-nuestra de carácter ancestral. Ni tampoco cayendo en el mismo error de excluir lo que somos como parte mestiza de la cultura occidental. Tenemos que construir un mestizaje cultural CONCIENTE, PROACTIVO Y PARTICIPATIVO, en el que todos los pueblos y culturas que hoy conforman la nación, participen con las mismas oportunidades. Todos los que compartimos esta nación, sean menonitas, afro descendientes, orientales, centroamericanos, todos tienen el mismo derecho y deberán tener las mismas oportunidades. Ingenuos y tal vez racistas son aquellos que piensan en la “pureza” anahuaca, que además, nunca existió, dado que existen pruebas y elementos culturales innegables de los contactos anahuacas con el Tawantinsuyo y los pueblos asiáticos, mucho antes de la invasión europea. No se puede construir una nueva nación con los más graves vicios de la anterior.

México está cambiando, el mundo está cambiando. El cambio no es el punto, el cambio es más que obvio. El desafío es saber sí tendremos la sabiduría para retomar la experiencia civilizatoria del Anáhuac en la construcción de una nueva sociedad. El desafío es saber si podremos orientar ese cambio de manera endógena y tomando como cimientos los ocho mil años de experiencia civilizatoria en el desarrollo humano.

Los pueblos anahuacas del siglo XXI y sus descendientes culturales, necesitan mucho de los criollos y de los mestizos. De sus logros y alcances en el mundo del tonal. De la misma manera que éstos necesitan de la sensibilidad, espiritualidad y sabiduría ancestral que poseen los pueblos anahuacas en el lado del nahual. El equilibrio es y ha sido siempre el desafío de los guerreros y guerreas toltecas de la Muerte Florecida. Necesitamos un renacimiento producto de un verdadero mestizaje. El esperado regreso de Quetzalcóatl no es otra cosa que el encuentro de Quetzal-espíritu, con el cóatl-materia en la vida diaria y en la construcción social. Los pueblos que constituyen lo que hoy llamamos “México” debemos encarnar el Quetzalcóatl en nuestro corazón, nuestra vida familiar y social, en la construcción de una nueva sociedad que integre a todos y que no excluya a nadie.

Ante el inminente colapso social, cultural, moral y económico de la nación mexicana. Los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos toltecas debemos tener muy claro qué es lo que debemos hacer, no importa que por el momento nos resulte imposible hacerlo. Lo que requerimos es concebirlo, lo demás… será lo de menos.

jueves, 31 de marzo de 2011

LA PERMANENTE TRAICION DE LOS CRIOLLOS


Desde la fundación de “su país”, al que llamaron equivocadamente México[1], los criollos jamás han demostrado amor, respeto y compromiso con “su país”, y mucho menos con los excluidos habitantes originarios de una de las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad.



Entregando la soberanía, los recursos naturales, el mismo territorio, pero sobre todo, al pueblo a los intereses de potencias extranjeras y voraces empresas trasnacionales a cambio de migajas. La traición, la corrupción y la falta de respeto por la vida han caracterizado a los criollos en el poder desde 1821.

El criollismo es una ideología, no una categoría racial. Esta ideología no es exclusiva de las personas no indígenas o mestizas. Se refiere en cambio a la actitud de rapiña, explotación, depredación y desprecio por los habitantes del país y sus recursos naturales. Por lo que esta ideología está presente en toda la sociedad, indistintamente a su origen racial, cultural o económico.

Históricamente los criollos nunca se propusieron trabajar y luchar por la construcción de un país para las mayorías. En donde la justicia, las oportunidades y el bienestar fuera por igual para todos y cada uno de los ciudadanos.

Nunca ha existido un “Estado de Derecho”, respetado por los propios gobernantes en turno. Nunca ha existido en verdad un compromiso solidario por el bien común. Nunca han estado dispuestos al sacrificio personal.

Siempre han luchado por sus intereses personales y de grupo. La injusticia y el abuso ha sido su divisa. Su egoísmo e insensibilidad humana los ha llevado a cometer –permanentemente- crímenes de lesa humanidad y llevar la injusticia y la exclusión a niveles de tragedia y de aberración impensables.

Su codicia y sus limitadas miras los han enfrentado entre ellos en una lucha permanente en la que han llevado al país no solo a la guerra civil, sino han gestionado las invasiones de potencias extranjeras para ganarle a su enemigo político, desde los masones yorkinos contra los masones escoceses, pasando por los liberales contra los conservadores y llegando en la actualidad a priístas contra panistas.

Los criollos en 1810 traicionaron a los gachupines y orquestaron un estallido social usando a los pueblos indígenas para quitarles el poder colonial y después correrlos del Virreinato en 1828.

A la voz de “a matar gachupines”, Hidalgo levantó a los indígenas en contra de sus parientes los españoles. Al nuevo país le llamaron México, pero en él mantuvieron la misma estructura colonial, es decir, quedo intacto el Sistema de Castas y la tricentenaria explotación y exclusión de los pueblos indígenas.

Sin embargo, los criollos se han caracterizado por su impotencia, incapacidad e incompetencia. Tanto en la administración pública como en la iniciativa privada. Nunca han sabido generar riqueza social y se han especializado en generar pobreza.

En efecto, los primeros tres siglos de Colonia (1521-1821), implicaron una explotación y extracción de los pueblos indígenas y sus recursos naturales en favor de España. Los siguientes dos siglos (1821-2011) en el periodo Neo-colonial favorecieron primero a Europa y finalmente a Estados Unidos.

Sin embargo, los criollos a diferencia de sus parientes los gachupines que “trabajaron arduamente” en la explotación y depredación de la Colonia, los criollos por su impotencia e ineptitud “bicentenaria” han mantenido una estrategia muy cómoda y comodina, que implica que ellos siempre han esperado, deseado y promovido la llegada de empresas y capitales extranjeros “a su país” para generar sucesivamente: “la modernidad, el progreso, el desarrollo, el neoliberalismo y la globalización”.

Los criollos les han entregado a los capitales extranjeros históricamente una mano de obra casi en calidad de esclavos a través de mantener un salario mínimo de hambre y los recursos naturales de la nación a cambio de que los hagan “socios” y les den unas migajas del despojo.


El modelo económico desde 1821 se ha diseñado para favorecer el mercado externo a través de la venta de materias primas y petróleo. La ideología criolla es depredadora y mezquina, la riqueza es solo para ellos, sin importar los daños al pueblo y la naturaleza.

De 1821 a 1921 la entrega fue a Inglaterra, Alemania, Francia y España primordialmente. De 1921 a nuestros días a Estados Unidos. La traición a la Patria y el servilismo en medio de un mar de corrupción ha sido la historia del “México de los criollos”.

Desde Los Tratados de Guadalupe, pasando por el de Bucareli hasta llegar al TLC, todos son una vergüenza a la dignidad de una nación y un golpe a su pueblo. Los criollos han sido capaces de esto, debido a que ellos jamás en verdad han amado y respetado esta tierra y a su gente.

Siempre se han sentido superiores a los descendientes de los pobladores originarios, temporales y lejos de su verdadera patria, por ello siempre presumen sus orígenes "extranjeros", despreciando y haciendo burla de las culturas y pueblos originarios.

La ideología criolla los lleva a tener sus propias zonas habitacionales, recreativas, comerciales. Así como sus exclusivas escuelas, iglesias, clubes deportivos y centros vacacionales, en la que los “morenitos” solo son servidumbre menospreciada.

Este es un capítulo aparte que le da una personalidad a la “patria de los criollos”. En efecto, México siempre ha sido un país sumamente racista y clasista. El desprecio y el odio hacia la cultura, el fenotipo, las tradiciones y costumbres ancestrales ha sido más que manifiesta.

Pero el racismo siempre ha existido bajo una cortina de hipocresía. El clasismo tiene sus orígenes en el Sistema de Castas que de manera persistente se mantiene entre colonizados y colonizadores.

El otro gran rasgo del criollismo es la corrupción. En efecto, los verdaderamente corruptos han sido los criollos, su poder y su riqueza no se pueden explicar de otra manera. Ellos de manera cínica han hecho de la corrupción un emblema de su nación.

Los que han propiciado un país de gente que no respeta la ley, que es abusiva, ventajosa, corrupta, indiscutiblemente que son los poderosos -económica y políticamente-, pues de esta manera pueden conducirse con cinismo y total desden de la Ley.

La ideología criolla optiene el poder político y económico en base a este cáncer social, desde una humilde presidencia municipal, pasando por un gobierno estatal, hasta el poder Ejecutivo Federal, o desde un tendajón hasta una cadena de supermercados.

En un país en el que nos se respete la ley y la gente hace lo que quiere, -sin respetar el derecho ajeno y el bien común-, es el campo propicio para generar las grandes fortunas. No fue de la misma forma como Bill Gates construyó su fortuna que la de Carlos Slim. Los ineptos y los abusivos solo a través de la corrupción pueden progresar.

Este país de los criollos ha sido un fracaso permanente y hoy esta llegado a sus límites. El pueblo ya no puede resistir tanta traición, incompetencia y pobreza. La clase política y empresarial ya acabaron a “la gallina de los huevos de oro”.

La pobreza, la exclusión, la injusticia y la corrupción han tocado fondo. El peligro de un estallido social es inminente, sino fuera por “la válvula de escape” que representa la migración a Estados Unidos, el país de los criollos ya habría estallado.

El desafío es re-parchar el México de los criollos o re-fundar el Anáhuac. Cambiarlo todo para seguir igual como se hizo en 1810 y 1910, o hacer una re-fundación del país de sus cimientos más profundos, partiendo de la raíz cultural ancestral de por lo menos el 80% de la población, entre mestizos e indígenas, que responden con mayor intensidad a su herencia anahuaca. Un país verdaderamente mestizo en su cultura y no solo racialmente.

Un país en el que todos tengan los mismos derechos y las mismas oportunidades. Un país por el que todos estén dispuestos a sacrificarse por un futuro compartido sin privilegios y privilegiados. Un país en el que la ley y la justicia sean para todos.


Un país en donde el bien común este por encima del interés privado. Una país en el que se acabe la colonización, los vencedores y los vencidos. Un país en el que la historia y la cultura de las mayorías no sean excluidos. Un país en el que se base su futuro en su milenaria civilización, como hoy lo hacen China e India.


Un país por el cual todos estén dispuestos a trabajar y cumplir y hacer cumplir con la ley para tener un Estado de Derecho sin concesiones, excepciones y privilegios. Un país orgullosa y plenamente mestizo en donde se fucionen la civilización del Anáhuac y la Occidental.


Esto es lo que necesita un país que tiene hambre de justicia y sed de oportunidades para todos desde hace doscientos años. No más partidos políticos corruptos que “parten y dividen a la sociedad” en facciones, grupos, tribus, carteles, que luchan entre sí y contra todos.

No más los grandes monopolios de los criollos que impiden el desarrollo económico del país y crean pobreza y atraso. Grandes empresas que operan como “carteles criminales” que aniquilan la competencia y a la pequeña y mediana empresa. Empresas de ricos que pagan sueldos de hambre y escamoteando las más elementales prestaciones al trabajador.

Un país en el que la ignorancia y enajenación no sea el negocio más lucrativo. Un país en el que se tome en cuenta como base y esencia de su fundación los valores, principios, sentimientos de su milenaria civilización Madre a la que la mayoría pertenecen y al mismo tiempo están ajenos.


Un país mestizo verdaderamente en el que todos sean incluidos y tomados en cuenta. Un país en que la decencia y la honorabilidad vuelvan a honrar todos los actos públicos y privados.

En el que no importe el color de la piel y que se reconozca con orgullo y dignidad a los pueblos y culturas originales. En donde el mestizo desculturizado conozca la grandeza de su cultura Madre y no se auto desprecie.

Un país en el que el amor y el respeto a la vida, la familia, la naturaleza, la comunidad vuelvan a ser el factor fundamental de unión y trabajo. Un país en donde lo sagrado y lo divino vuelvan a ocupar un lugar privilegiado en los corazones de todos sus hijos.

[1] Francisco Javier Clavijero a finales del S XVI, quien es considerado el primer historiador de México escribe que el nombre original del territorio de La Nueva España es Anáhuac. En 1813 Morelos convoca en Chilpancingo al “Primer Congreso del Anáhuac” en donde daría a conocer “Los Sentimientos de La Nación”.

martes, 18 de enero de 2011

LA DISPUTA DEL PENACHO DE MOCTEZUMA

Desde 1521 los que han tenido en el poder en lo que hoy es México, nunca han estado de parte de los valores, principios, conocimientos y sobre todo, del pueblo y cultura que han sido invadidos, colonizados y explotados.

Desde Hernán Cortés hasta Felipe Calderón, pasando por Agustín de Iturbide, Porfirio Díaz o Miguel Alemán, todos sin excepción han excluido a la milenaria civilización de sus planes de: cristianización, civilización, progreso, modernización, integración, desarrollo y globalización.

Para los dueños del dinero en el poder, los pueblos y culturas originales a lo mucho han tenido un escaso valor turístico y folclórico, pero en general, han sido “la parte vergonzosa de su país”. Todo lo referente a las culturas originarias ha sido solo atraso, ignorancia y mal gusto. El Estado mexicano hasta principios del siglo XX le empezó a dar un minúsculo valor a las llamadas zonas arqueológicas.

De este modo, el descuido, el saqueo y la destrucción del Patrimonio Cultural de la antigua civilización del Anáhuac ha sido permanente. Los voraces saqueadores extranjeros y sus patrones, los museos y los coleccionistas se han robado todo lo que han querido impunemente.

El gobierno mexicano ha demostrado su tolerancia e indiferencia y hasta complicidad en la devolución a la nación del patrimonio extraído ilegalmente del territorio nacional. El largo y tibio asunto de “la devolución del Penacho de Moctezuma” por parte de las autoridades austriacas, nos demuestra que al Estado Criollo no le interesa recuperar un símbolo de una “identidad cultural que rechaza y niega”.

El Estado mexicano no solo debe luchar por reintegrar el Patrimonio Cultural anahuaca extraído del país, sino fundamentalmente debería iniciar una campaña nacional permanente para re-significar, re-valorar e incluir en la formación y educación de los mexicanos, el maravilloso legado de sabiduría en valores y principios humanos, que tiene la civilización del Anáhuac.

Esta civilización, por más que se quiera excluir, extinguir y dar por muerta y desaparecida, sigue viva y vigente. Que la cultura dominante y los criollos en el poder económico y político no la quieran ver, no significa que no exista. Que no esté en la televisión comercial no quiere decir que está muerta. O dicho a la manera del Dr. Guillermo Bonfil Batalla. El hecho que el “México imaginario” no vea y no tome en cuenta en sus diversos modelos de desarrollo al “México profundo”, no quiere decir que éste no exista.

Ante la crisis del modelo económico-político global y el derrumbe del Estado Criollo del “México imaginario” por incapacidad y corrupción, es necesario buscar una solución de raíz, que resuelva desde la base los problemas de injusticia, violencia, explotación y exclusión que ha sufrido los pueblos que viven en lo que fue el territorio del Anáhuac y que hoy los criollos llaman “México”…como si todos fuéramos “mexicas” de Tenochtitlán.

Los estallidos sociales de 1810 y 1910, independientemente de los intereses económicos-políticos que los promovieron circunstancialmente, tuvieron eco en “el gran pueblo” por los altos niveles de injusticia, miseria y explotación que han vivido en estos casi cinco siglos de colonización y neocolonización.

El punto es que ante la inminente explosión social, vemos con preocupación venir, debido a la ceguera, insensibilidad e incapacidad de la clase dirigente (económica y política), que el pueblo por tercera vez estalle violentamente para que después de un baño de sangre y destrozos sociales, todo cambie para que todo siga igual, como sucedió en 1810 y 1910.

Necesitamos tener otra “noción de Estado”. No podemos y no debemos seguir importando modelos políticos, económicos y sobre todo ideológicos del extranjero. Los pueblos y culturas de este país poseemos uno de los legados de sabiduría en cuanto a la organización social más antiguos de la humanidad. Y podemos afirmar, que logramos el más alto grado de desarrollo humano en la historia del planeta en el periodo conocido como Clásico (200 a.C a 850 d.C).

No se trata de “volver al pasado” y ponernos plumas y tocar el huehue en las pirámides. Se trata en cambio de re-pensar, diseñar, construir una nueva sociedad con la milenaria experiencia de nuestros antepasados. Con sus perennes valores, principios, actitudes tanto en lo individual, como en lo familiar y sobre todo en lo comunitario. Una nueva sociedad con lo mejor de nuestro pasado y lo mejor de nuestro presente global.

Necesitamos reconstruir los valores de la vida, el ser humano, la familia y la sociedad. Re-diseñar la razón y el propósito social de la existencia del Estado. Formular un nuevo “propósito social”. Retomar al gobierno como “el bien público” más valioso del pueblo. Actualizar y geralizar en los tres niveles de gobierno “el mandar-obedeciendo” del servicio público en el ejercicio de la "democracia participativa". Volver a la esencia de la educación ancestral para formar “rostros propios y corazones verdaderos” en la infancia y la juventud. Re-plantearnos el trabajo comunitario en la construcción de una nueva sociedad en la que se acaben para siempre “los vencedores y los vencidos”.

Tenemos que revisar profundamente los valores de la honestidad, el bien público, la verdad, el servicio comunitario, la palabra, la solidaridad, la rectitud, la tolerancia, el respeto a la autoridad. Revisar el valor de la responsabilidad, tanto existencial de carácter personal, como familiar, comunitaria y de nación.

Estos y otros bienes culturales intangibles, heredados de más de siete milenios y medio de desarrollo humano, son los que debemos de recuperar, preservar y acrecentar para que todos tengamos “una vida mejor”. No solo el “Penacho de Moctezuma” o las zonas arqueológicas convertidas en vulgares centros turísticos, como “disenylandias prehispánicas” para atraer dólares y hacer más ricos a los ricos.

El futuro de nuestra sociedad y de nuestro país indiscutiblemente se encuentra en su pasado ancestral. Este tesoro no es material y nunca lo han podido ver o no lo han querido ver los colonizadores. Este tesoro esta vivo y vigente en “los sujetos” que son la continuidad de “Los Viejos Abuelos”. Está presente en el fondo de nuestro corazón y nuestra adormecida conciencia de ser.

El desafío de nuestros difíciles tiempos es “activar el banco genético de información cultural”, que esta presente en cada persona que vive en esta milenaria tierra sagrada. Activado ese banco de información llegará a nosotros como un torrente, toda la sabiduría y experiencia acumuladas en más de sesenta siglos de decantar nuestra materia y afinar nuestro espíritu en comunidad y equilibrio con la naturaleza.

Mayor información http://www.toltecayotl.org/