sábado, 17 de enero de 2009

EL FLAMAZO TEOTIHUACANO




El proyecto “Resplandor teotihuacano” se ha convertido en un “FLAMAZO” que puede “quemar” a más de un personaje de la vida política y académica, comenzando con el candidato presidencial Peña Nieto, seguido de Roberto García Moll y hasta de Alfonso de María y Campos. Una pequeña bola de nieva ha venido creciendo, y hoy se vislumbra, como una avalancha de pronósticos reservados en el traspatio de la vida política de este país de puras vergüenzas.

Sin embargo, podemos tener varias lecturas de este bochornoso escenario “cultural”. En primer lugar resalta la cinco centenaria desvaloración del pasado indígena de México. En efecto, el Estado Criollo neo-colonial sigue negando la existencia y valores de los siete milenios y medio de existencia de la civilización del Anáhuac. “La Batalla de la Noche Triste” sigue cabalgando sobre los libros de texto colonizando las mentes de generaciones y generaciones de niños mexicanos. En nuestra historia oficial, no hay más épica que la de Hernán Cortés y sus secuaces. Los indígenas siguen siendo un lastre para la patria de los criollos liberales y conservadores, que siguen pelando por el poder, en la construcción de “su país”, buscando siempre la alianza política o comercial con el extranjero para vencer a su odiado hermano.

Por otra parte se puede apreciar el nacimiento de un movimiento “azotérico” decadente, que no esotérico”. Que ante el fracaso del paradigma espiritual y material de la civilización occidental, busca crear “nuevos paradigmas con viejas tradiciones”. En la “economía del espíritu”, muchos negocios y gurús de plástico brotan como hongos en temporada de lluvia. De Carlos Castaneda a los cuatro desacuerdos de Miguel Ruiz, han pasado muchos comerciantes del alma, ofreciendo mercancía mágica y misteriosa, como cura fantástica para la oquedad espiritual de la decadente sociedad occidental.

Entre los vándalos “azotéricos” de Tabasco o los vándalos de cuello blanco del Estado de México, no existe ninguna diferencia, ambos, por diferentes caminos e intereses, pasan sobre el patrimonio cultural del Anáhuac, unos haciendo “ceremonias chamánicas” y otros haciendo shows para hacer dinero. Pero ambos, destruyendo y denigrando uno de los patrimonios culturales tangibles, más antiguos de la humanidad. La toltequidad se ha convertido en un negocio; por desgracia, tal vez mañana se convierta en un botín político. Eso, sí sería grave.

Otra ventana del “Flamazo Teotihuacano” es el ridículo que ha hecho la arqueología mexicana. En efecto, la anquilosada y medio cebada “academia” incorporada en el estribo, al carro del poder, dobla incondicionalmente la cerviz ante los gobernantes-empresarios. Burócratas temerosos de ser borrados de la nómina, venden barato su conocimiento y dignidad. Gracias al flamazo se ha desnudado lo que de por sí era cínico y descarado: el uso de las zonas arqueológicas para impulsar un turismo “consumista e ignorante” a través de la privatización del patrimonio cultural tangible.

También es justo subrayar, la defensa de los trabajadores del INAH, que junto con investigadores e intelectuales, están haciendo una digna y honrosa defensa, del patrimonio cultural anahuaca, que el Estado Criollo, siempre ha despreciado.

Finalmente, podemos también apreciar, un mayor interés y conciencia del pueblo de México sobre el patrimonio cultural de la civilización del Anáhuac. No solamente el 21 de marzo en las zonas arqueológicas, “para cargarse de energía”, sino como ahora, que está pendiente del desenlace de esta tragicomedia, en la que por “el flamazo”, pueden salir quemados algunos de los personajes, como los judas en Semana Santa.

martes, 13 de enero de 2009

TEOTIHUACAN...la punta del iceberg


El problema de la agresión a Teotihuacán, es solo la punta de un inmenso iceberg que tiene que ver con la noción de Nación y de patrimonio cultural, de los criollos en el poder y su visión neocolonialista del país.


Refleja también, el poder que tiene el Mercado sobre el Estado y el rol que juegan los gobernantes de los tres niveles, como empleados y promotores de los negocios de los “mercaderes”, que no tienen límite en su depredadora ambición de hacer dinero a través de lo que sea.


Pero lo más importante, es una amplia ventana que nos permite conocer el verdadero valor que para el Estado criollo, representa la historia y la civilización primigenia de lo que hoy es México. En efecto, el Estado criollo nuca ha aceptado la presencia de la civilización del Anáhuac como parte fundamental de lo que hoy es el pueblo de México en estos doscientos años “independientes”. Igual que lo hicieron los españoles durante trescientos años en el periodo colonial. Para los que tienen el poder económico y político del país, México surge en 1821, lo demás es la prehistoria de la patria criolla amamantada, siempre, por “la Madre patria” extranjera.


La colonia es el pasado del “México neocolonial” y los siete mil quinientos años de historia indígena, que crearon una de las seis civilizaciones más antiguas del mundo, es en la historia oficial, un periodo escuro y vergonzante, de “tribus primitivas en constantes guerras e inmersos en tumultuarios sacrificios humanos, que, gracias a la llegada de la civilización occidental y a la religión”, se pudo extirpar a los nativos de esos atávicos vicios y bajezas. No en vano los panuchos en el poder, desde Fox, quitaron de la enseñanza secundaria, la historia antigua de México.


Para los criollos y extranjeros en el poder económico y político del país, las zonas arqueológicas y éste pasado, es solo un medio para hacer negocios y crear riqueza “para ellos”. El patrimonio cultural intangible venido de la civilización del Anáhuac, o no existe o es atraso, que televisa y tvazteca, están afanosamente tratando de borrar, para crear al “nuevo mexicano”. Un ser ignorante, vulgar, sin identidad y sin tradición, “moderno”, enajenado y deseoso de consumir todo lo que le manden.


El verdadero problema del patrimonio cultural del pueblo de México, no es la destrucción que están realizando los funcionarios que apoyan y cobijan a los empresarios, sea imponiendo sus proyectos turísticos de luz y sonido o sus tiendas y zonas comerciales. Ni tampoco, los criterios de exploración y restauración, que pretenden crear a marchas forzadas, muchos “disneylandias prehispánicas” para hacer dinero. El verdadero daño a la cultura y la identidad del pueblo, es la destrucción y desvaloración que se ha venido haciendo durante cinco siglos del PATRIMONIO CULTURAL INTAGIBLE del Anáhuac.


En efecto, el patrimonio cultural tangible (zonas arqueológicas) se refiere a los objetos, que son producidos por el patrimonio cultural intangible (los sujetos), y este es el punto, amable lector. Desde 1521 los valores de la civilización invadida, sus conocimientos, sentimientos, creencias y sabiduría acumulada por miles de años, ha sido brutalmente negados, destruidos y menospreciados; acaso solo explotados “turísticamente”.


Los hijos de los hijos de la civilización invadida, son ahora los más pobres, los herederos directos de éste patrimonio, además de los llamados pueblos indígenas, son todos los millones de mexicanos que son cultural y morfológicamente descendientes de aquellos que un día construyeron Teotihuacán. Son campesinos, jornaleros, albañiles, desempleados, vendedores ambulantes, mil-usos, empleados de salario mínimo, obreros. Una inmensa mayoría silenciosa y explotada que representan el corazón del pueblo de México, y que hoy, viven alejados e ignorantes del patrimonio cultural INTANGIBLE que les legaron los constructores de las llamadas zonas arqueológicas.


La agresión más grave que sufren los mexicanos, es a su patrimonio cultural intangible. La estrategia de negación y valoración de la herencia indígena, ha condenado a los descendientes de los pueblos originarios a vivir en la ignorancia de lo más valioso que poseen. A través de esta ignorancia, los conducen a vivir como explotados extranjeros incultos en su propia patria. Su pobreza material se sustenta en la ignorancia de su riqueza cultural y espiritual. El daño mayor, no es a las piedras, sino a “los rostros y corazones” de los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos.
Pueden los criollos destruir todas las zonas arqueológicas y saquear todos los museos. Mientras la enseñanza de Quetzalcóatl y los toltecas sigua viva en las mentes y los corazones del pueblo. Mientras la Toltecáyotl guie los actos y sentimientos de las personas, las familias y los pueblos, tendremos FUTURO. Porque el futuro, se encuentra justamente en la sabiduría del pasado, no en las piedras y objetos.


La Toltecáyotl representa la suma y decantación de la experiencia y sabiduría de ocho mil años de historia de nosotros mismos.