En el siglo XVI el fraile Bartolomé de las Casas le propuso al rey de España que hiciera súbditos de la corona a los indígenas en vez de mantenerlos como vencidos y esclavos. De esa manera la Nueva España sería más rica y poderosa. Que los indígenas pagarían impuestos y que serían vasallos ricos y productivos. La historia nos dice que este buen hombre fracasó en su intento de humanizar México y potencializarlo, que los gachupines y los criollos siguen explotando al pueblo invadido y vencido.
En pleno siglo XXI las cosas siguen igual. Hoy como ayer, un puñado de extranjeros avecindados por generaciones se han dedicado a explotar de la forma más injusta a los pueblos indígenas y a la masa informe y silenciosa de los descastados mestizos o como los llamó Bonfil Batalla, “indios desindanizados”. La aprobación de una Ley Indígena, que ha sido rechazada por los expertos, los propios indígenas y por las voces más preclaras de la nación, que condena a la miseria y a la explotación a los más pobres entre los pobres. Que no pone fin a los abusos, la marginación y impunidad. Que no pone fin jurídicamente al régimen colonial. Es la demostración palpable de que los criollos que dirigen este país, no han aprendido nada en estos 481 años.
El problema más grande de México no es el económico o el político. El problema más grande es el CULTURAL. Los problemas políticos y económicos, son una manifestación del problema cultural, que se ha mantenido agazapado durante casi cinco siglos. En efecto, amable lector, la injusticia y la desigualdad encuentran su génesis en nuestro país, precisamente en su conformación. Cuando la mayoría son “vencidos” y una minoría es la “vencedora”. Cuando los invasores mantienen “una cultura dominante” y desvalorizan la cultura vencida, se crea un sistema injusto. El problema fundamental es que LOS MEXICANOS –TODOS-, NO NOS RECONOCEMOS CULTURALMENTE INDÍGENAS.
Desde las mujeres morenas que se pintan el cabello de amarillo, tratando de negar escandalosamente su identidad y su raíz; hasta los propios criollos, que tienen generaciones y generaciones de vivir en estas tierras y vivir de esta cultura, pero que siguen hondeando su “bandera de extranjero avecindado”. Estos criollos viven una doble desgracia, pues son apátridas. No se sienten internamente mexicanos y en sus países de origen, no los sienten nacionales. Su dolor y esquizofrenia existencial, es muy parecida a la de los mestizos desculturizados. Desprecian a los indígenas y son despreciados por los criollos. Los criollos desprecian a “los mexicanos” y no son tomados como propios en sus países de origen.
La pregunta para todos los mestizos es: ¿sí no se sienten indígenas, qué se creen que son? ... ¿españoles? ¿ingleses? ¿franceses? ¿En donde esta su raíz, su origen, su identidad? En dónde esta su fuerza, su potencial, su esencia.Una vez me dijo un francés que le gustaba venir mucho a Oaxaca, “que el surrealismo de los mexicanos, es no sentirse indígenas a pesar de que todos son muy indígenas”, venir a observarlos a ustedes, es como ir a la India y ver que todos los indios se creyeran ¡ingleses! No cabe duda que en ocasiones se ve mejor de afuera, que desde adentro. En este país de gachupines y de criollos, muy poco espacio han tenido los mestizos y ninguno los indígenas. Pero todos: gachupines, criollos y mestizos, vivimos profundamente dentro de la cultura indígena. Somos indígenas en lo filosófico, en lo ontológico, en la cultural y fundamentalmente, en lo espiritual. Lo que nos sucede, es que nunca la “cultura dominante” nos ha enseñado en estos cinco siglos, a CONOCER, VALORAR Y SENTIR, la fuerza, el vigor, la belleza y la espiritualidad de la raíz indígena.
Se nos he hecho pensar que todo lo malo que tenemos viene de los indígenas y en consecuencia, todo lo bueno es europeo. Estamos ciegos a nosotros mismos, despreciamos a nuestra Madre Cultura, y al mismo tiempo, hemos sido despreciados y desvalorizados por la cultura Europea y ahora por la norteamericana.
El problema de los mexicanos es que no nos reconocemos indígenas, que no valoramos lo que en nosotros existe de la cultura indígena. Grande será nuestra sorpresa cuando algún día descubramos que somos indígenas, que siempre hemos sido indígenas. Cuando esto suceda, seremos “dueños de nuestra totalidad”, pues negar lo indígena como lo español, es quedar sin una parte de nosotros mismos.
Por que somos hoy en día un pueblo MESTIZO CULTURALMENTE, no sólo de la cultura española, sino del mundo entero a través de la globalización! Pero sólo podremos acceder positivamente a esta globalización cultural, cuando tengamos muy firme y bien cimentada, nuestra esencia, nuestra raíz, nuestra Cultura Madre.
Al no reconocernos indígenas los mexicanos, mantenemos un sistema de castas vivo... pero escondido en la hipocresía social. Somos más racistas que los vecinos del Norte, pues ellos les dan más oportunidades a los negros y a nuestros indígenas. A pesar de su estatus de ilegales, los indígenas mexicanos en E.U. tienen mayores oportunidades y se les respeta más que en su propio país. Es por ello que están emigrando.
México desde la época colonial sorprendió a sus visitantes por el nivel de desigualdad social que mantenemos. Después de Haití, México ocupa el segundo lugar en América en materia de la desigualdad social. Tenemos 72 millones de pobres (UIA); de ellos, 18 millones en extrema pobreza, contamos con 13 de los cien millonarios más ricos del mundo y con el millonario más rico de América latina, el segundo del mundo. Un puñado de familias criollas, poseen la mayor parte de la riqueza de la nación. Qué más claro ejemplo de lo que estamos argumentando. La injusticia social deviene del sistema de castas. Sí todos los mexicanos nos sintiéramos iguales y como iguales, nos preocupara la pobreza y el sufrimiento de nuestros hermanos, no existiría históricamente la injusta repartición de la riqueza y existirían más oportunidades para todos.
Somos una sociedad esquizoide, bástenos ver la televisión comercial, donde sólo aparecen gente blanca y güerita. Bástenos ver nuestros “modelos culturales y nuestros valores estéticos”, que nada tienen que ver con la cultura y el fenotipo de la mayoría de los mexicanos, y sí, con la aspiración existencial de los criollos que siempre han tenido sus ojos fuera de México.
Mientras no nos identifiquemos como indígenas, mientras no conozcamos, concienticemos y valoremos, lo que en nosotros y en nuestra vida cotidiana, íntima y familiar, existe de indígenas; en México subsistirá por una parte, la injusticia, la explotación y la desigualdad. Y por la otra, nunca encontraremos el verdadero potencial de nuestra nación.Hemos vivido en estos últimos 481 años recibiendo y utilizando nuestro milenario legado cultural. Nos ha dado sustento, fuerza y capacidad nuestra raíz indígena. Pero siempre lo hemos negado e ignorado, es más, nos han enseñado absurdamente a sentir vergüenza de ella. Nos la hemos pasando exaltando lo ajeno y despreciando lo propio. Eso, sólo ha servido para que los de afuera nos desprecien, exploten y nos sojuzguen aun más.
El sistema colonial sobrevive agazapado hipócritamente en México. Seguimos manteniendo el sistema de castas y seguimos explotando a la civilización y al pueblo vencido (nosotros mismos). Educamos a nuestros hijos como, “indefensos extranjeros incultos en su propia tierra” y como feroces conquistadores y abusivos colonizadores-encomenderos de su propio pueblo.
Sigue siendo una minoría de extranjeros avecinados en estas tierras, los amos del pueblo y dueños de su riqueza. La cultura colonial en 482 ha despreciado y desvalorizado a la cultura vencida, pero ferozmente se ha aprovechado de sus recursos intelectuales, sociales y materiales. Un claro ejemplo de lo que en esta entrega afirmamos, es lo que esta sucediendo con la canonización del indígena Juan Diego. Una alta jerarquía de la iglesia católica, que administró y usufructuó el “milagro del Tepeyac” a lo largo de más de tres décadas, ahora se opone a la canonización de un indígena, que según él, ¡por que jamás existió! Para finalizar esta reflexión paciente lector, me podría usted creer que el opositor es un criollo. Cómo es posible que durante 33 años el señor Schulenburg haya usufructuado de la pasión y devoción de los vencidos y ahora se oponga ferozmente a que se canonice al indígena Juan Diego. Esto es verdaderamente México. (2003)
En pleno siglo XXI las cosas siguen igual. Hoy como ayer, un puñado de extranjeros avecindados por generaciones se han dedicado a explotar de la forma más injusta a los pueblos indígenas y a la masa informe y silenciosa de los descastados mestizos o como los llamó Bonfil Batalla, “indios desindanizados”. La aprobación de una Ley Indígena, que ha sido rechazada por los expertos, los propios indígenas y por las voces más preclaras de la nación, que condena a la miseria y a la explotación a los más pobres entre los pobres. Que no pone fin a los abusos, la marginación y impunidad. Que no pone fin jurídicamente al régimen colonial. Es la demostración palpable de que los criollos que dirigen este país, no han aprendido nada en estos 481 años.
El problema más grande de México no es el económico o el político. El problema más grande es el CULTURAL. Los problemas políticos y económicos, son una manifestación del problema cultural, que se ha mantenido agazapado durante casi cinco siglos. En efecto, amable lector, la injusticia y la desigualdad encuentran su génesis en nuestro país, precisamente en su conformación. Cuando la mayoría son “vencidos” y una minoría es la “vencedora”. Cuando los invasores mantienen “una cultura dominante” y desvalorizan la cultura vencida, se crea un sistema injusto. El problema fundamental es que LOS MEXICANOS –TODOS-, NO NOS RECONOCEMOS CULTURALMENTE INDÍGENAS.
Desde las mujeres morenas que se pintan el cabello de amarillo, tratando de negar escandalosamente su identidad y su raíz; hasta los propios criollos, que tienen generaciones y generaciones de vivir en estas tierras y vivir de esta cultura, pero que siguen hondeando su “bandera de extranjero avecindado”. Estos criollos viven una doble desgracia, pues son apátridas. No se sienten internamente mexicanos y en sus países de origen, no los sienten nacionales. Su dolor y esquizofrenia existencial, es muy parecida a la de los mestizos desculturizados. Desprecian a los indígenas y son despreciados por los criollos. Los criollos desprecian a “los mexicanos” y no son tomados como propios en sus países de origen.
La pregunta para todos los mestizos es: ¿sí no se sienten indígenas, qué se creen que son? ... ¿españoles? ¿ingleses? ¿franceses? ¿En donde esta su raíz, su origen, su identidad? En dónde esta su fuerza, su potencial, su esencia.Una vez me dijo un francés que le gustaba venir mucho a Oaxaca, “que el surrealismo de los mexicanos, es no sentirse indígenas a pesar de que todos son muy indígenas”, venir a observarlos a ustedes, es como ir a la India y ver que todos los indios se creyeran ¡ingleses! No cabe duda que en ocasiones se ve mejor de afuera, que desde adentro. En este país de gachupines y de criollos, muy poco espacio han tenido los mestizos y ninguno los indígenas. Pero todos: gachupines, criollos y mestizos, vivimos profundamente dentro de la cultura indígena. Somos indígenas en lo filosófico, en lo ontológico, en la cultural y fundamentalmente, en lo espiritual. Lo que nos sucede, es que nunca la “cultura dominante” nos ha enseñado en estos cinco siglos, a CONOCER, VALORAR Y SENTIR, la fuerza, el vigor, la belleza y la espiritualidad de la raíz indígena.
Se nos he hecho pensar que todo lo malo que tenemos viene de los indígenas y en consecuencia, todo lo bueno es europeo. Estamos ciegos a nosotros mismos, despreciamos a nuestra Madre Cultura, y al mismo tiempo, hemos sido despreciados y desvalorizados por la cultura Europea y ahora por la norteamericana.
El problema de los mexicanos es que no nos reconocemos indígenas, que no valoramos lo que en nosotros existe de la cultura indígena. Grande será nuestra sorpresa cuando algún día descubramos que somos indígenas, que siempre hemos sido indígenas. Cuando esto suceda, seremos “dueños de nuestra totalidad”, pues negar lo indígena como lo español, es quedar sin una parte de nosotros mismos.
Por que somos hoy en día un pueblo MESTIZO CULTURALMENTE, no sólo de la cultura española, sino del mundo entero a través de la globalización! Pero sólo podremos acceder positivamente a esta globalización cultural, cuando tengamos muy firme y bien cimentada, nuestra esencia, nuestra raíz, nuestra Cultura Madre.
Al no reconocernos indígenas los mexicanos, mantenemos un sistema de castas vivo... pero escondido en la hipocresía social. Somos más racistas que los vecinos del Norte, pues ellos les dan más oportunidades a los negros y a nuestros indígenas. A pesar de su estatus de ilegales, los indígenas mexicanos en E.U. tienen mayores oportunidades y se les respeta más que en su propio país. Es por ello que están emigrando.
México desde la época colonial sorprendió a sus visitantes por el nivel de desigualdad social que mantenemos. Después de Haití, México ocupa el segundo lugar en América en materia de la desigualdad social. Tenemos 72 millones de pobres (UIA); de ellos, 18 millones en extrema pobreza, contamos con 13 de los cien millonarios más ricos del mundo y con el millonario más rico de América latina, el segundo del mundo. Un puñado de familias criollas, poseen la mayor parte de la riqueza de la nación. Qué más claro ejemplo de lo que estamos argumentando. La injusticia social deviene del sistema de castas. Sí todos los mexicanos nos sintiéramos iguales y como iguales, nos preocupara la pobreza y el sufrimiento de nuestros hermanos, no existiría históricamente la injusta repartición de la riqueza y existirían más oportunidades para todos.
Somos una sociedad esquizoide, bástenos ver la televisión comercial, donde sólo aparecen gente blanca y güerita. Bástenos ver nuestros “modelos culturales y nuestros valores estéticos”, que nada tienen que ver con la cultura y el fenotipo de la mayoría de los mexicanos, y sí, con la aspiración existencial de los criollos que siempre han tenido sus ojos fuera de México.
Mientras no nos identifiquemos como indígenas, mientras no conozcamos, concienticemos y valoremos, lo que en nosotros y en nuestra vida cotidiana, íntima y familiar, existe de indígenas; en México subsistirá por una parte, la injusticia, la explotación y la desigualdad. Y por la otra, nunca encontraremos el verdadero potencial de nuestra nación.Hemos vivido en estos últimos 481 años recibiendo y utilizando nuestro milenario legado cultural. Nos ha dado sustento, fuerza y capacidad nuestra raíz indígena. Pero siempre lo hemos negado e ignorado, es más, nos han enseñado absurdamente a sentir vergüenza de ella. Nos la hemos pasando exaltando lo ajeno y despreciando lo propio. Eso, sólo ha servido para que los de afuera nos desprecien, exploten y nos sojuzguen aun más.
El sistema colonial sobrevive agazapado hipócritamente en México. Seguimos manteniendo el sistema de castas y seguimos explotando a la civilización y al pueblo vencido (nosotros mismos). Educamos a nuestros hijos como, “indefensos extranjeros incultos en su propia tierra” y como feroces conquistadores y abusivos colonizadores-encomenderos de su propio pueblo.
Sigue siendo una minoría de extranjeros avecinados en estas tierras, los amos del pueblo y dueños de su riqueza. La cultura colonial en 482 ha despreciado y desvalorizado a la cultura vencida, pero ferozmente se ha aprovechado de sus recursos intelectuales, sociales y materiales. Un claro ejemplo de lo que en esta entrega afirmamos, es lo que esta sucediendo con la canonización del indígena Juan Diego. Una alta jerarquía de la iglesia católica, que administró y usufructuó el “milagro del Tepeyac” a lo largo de más de tres décadas, ahora se opone a la canonización de un indígena, que según él, ¡por que jamás existió! Para finalizar esta reflexión paciente lector, me podría usted creer que el opositor es un criollo. Cómo es posible que durante 33 años el señor Schulenburg haya usufructuado de la pasión y devoción de los vencidos y ahora se oponga ferozmente a que se canonice al indígena Juan Diego. Esto es verdaderamente México. (2003)
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