PROLOGO.
Los pueblos del Anáhuac están viviendo una constante invasión y una permanente ocupación desde hace casi cinco siglos. Las fuerzas de ocupación, sean estas: económicas, políticas, culturales o religiosas, han desarrollado una “ideología criolla”, la cual propicia la colonización mental y espiritual de los hijos de los hijos de aquellos que un día inventaron el maíz, el cero matemático o la cuenta perfecta del tiempo, entre muchos otros beneficios que han dado a la humanidad, siendo una de las seis civilizaciones más antiguas del mundo.
Pese a estos casi cinco siglos de negación, denigración y desvalorización, los principios y valores esenciales de la Cultura Madre se han mantenido en el limitado perímetro de “lo propio nuestro”. Las poderosas fuerzas de ocupación han tratado de hacer creer, por los múltiples medios a su disposición, que nada queda de la milenaria civilización invadida y que no ha podido sobrevivir. Que a partir del 13 de agosto de 1521, todo lo que fue “nuestro” a lo largo de siete mil quinientos años despareció por la fuerza del arcabuz y la espada, que todo se perdió en las ruinas de Tenochtitán. Acaso solo quedan los aspectos negativos de los invadidos y explotados en estos quinientos años, como el alcoholismo, la flojera y la frustración.
Los invisibles dirigentes de la ocupación, han diseñado “su país” y una nueva sociedad “falazmente mestiza”, sin memoria histórica, excluyente, hipócritamente racista y clasista. En la que todos son iguales, pero hay decenas de millones “más iguales que otros” y todos “con un abuelito español”. Los mestizos desculturizados y los “indios desindianizados” solo han sido la carne de cañón de los opresores y sus luchas por el poder y sus vergonzosas derrotas ante los invasores externos.
Esta ocupación se mantiene a través de un eficaz sistema de exclusión muy bien disfrazado y fortalecido por la corrupción, la impunidad y la violencia selectiva. Todo esto abonado con una ignorancia general producida por los medios masivos, especialmente por la televisión, las industrias de los espectáculos y el entretenimiento, así como un sistema educativo “científicamente diseñado” para mantener la ignorancia, la vacuidad y la pérdida de valores.
Una de las bases de ideológicas de la ocupación y exclusión, son “los mitos y fantasías que han creado sobre los aztecas, los españoles y la conquista de México”. Con estos mitos y fantasías el mexicano común, desde pequeño y desde la casa y la escuela se le educa en la esclavitud y en la impotencia.
Ha aprendido a ser derrotado por padres, familiares, maestros, amigos y ahora por la cotidiana y absoluta televisión. Su baja autoestima ha sido diseñada para que sean “mínimos” sus salarios, sus prestaciones, sus oportunidades y sus derechos. Ha sido educado en el auto desprecio, en la ignorancia de sí mismo, en la distorsión y pérdida de la memoria histórica. Por lo cual lo han convertido en un “zombi-colonizador-colonizado”. En un “extranjero inculto en su propia tierra”. En un “gringo de tercera, en vez de un anahuaca de primera”.
Este ensayo pretende destruir estos “mitos y fantasías” que son uno de los eslabones, de la cadena que nos esclaviza y nos impide ser libres y dueños de nosotros mismos y de nuestro futuro soberano, humanista y colectivo.
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