sábado, 18 de julio de 2009

ANTE LA QUIEBRA DE LA IDEOLOGÍA CRIOLLA


Los criollos desde 1821 nunca han trabajado y luchado por la grandeza y desarrollo de “su país”, al que equivocadamente le pusieron “México”, ya que los mexicas vivían solo en lo que hoy es el centro de la ciudad de México, ignorando por completo a las demás culturas como son los mayas, zapotecos, nahuas, mixtecos, totonacos, purépechas, etc. El nombre de nuestra civilización ancestral es ANÁHUAC.

Pues bien, los criollos (extranjeros nacidos en el Anáhuac) han desarrollado a lo largo de estos doscientos años una “IDEOLOGÍA CRIOLLA”, en la que pretenden vivir bien y hacerse ricos, sin trabajar e invertir mucho.

La ideología criolla siempre ha pretendido poner a disposición de los Mercados y capitales extranjeros, la mano de obra esclava de los pueblos del Anáhuac y sus recursos naturales, a cambio de unas cuantas migajas. El criollo siempre ha buscado la inversión y tecnología extranjera para hacerse rico. Nunca se ha planteado crear el capital e invertirlo. Ni ha pensado en invertir en ciencia y tecnología y crearla para mejorar la productividad. Pedir prestado y comprar tecnología ha sido su historia.

El criollo no tiene patria, no tiene pueblo, no siente amor de la tierra que le dio asilo y orgullo del pueblo y de su ancestral cultura que le abrió los brazos y el corazón. El criollo siempre desprecia y niega cualquier valor de la cultura Madre de esta tierra, es un oportunista. Exalta permanente y constantemente sus “orígenes ultramarinos”. Se cree superior y siempre recalca su fenotipito y su “abuelito” extranjero. Por ello se caracteriza por ser racista y clasista.

La ideología criolla, que se basa en el abuso y la explotación, lo mismo está presente en mestizos que en “indios desindianizados”. Por que hay que señalarlo, que muchos extranjeros, también han venido a dar lo mejor de sí mismos a esta nación, desde Gonzalo Guerrero, pasando por Francisco Javier Mina o León Felipe, por citar solo a tres nobles ejemplos.

El punto es que la ideología criolla desde 1821, al despojar a los gachupines del Virreinato de la Nueva España, ha venido entregando el país que creó a los inversionistas y capitales extranjeros. Nunca ha existido la idea de trabajar denodadamente en la construcción a largo plazo de un país. Siempre han sido oportunistas raposos que quieren hacerse ricos de la noche a la mañana y salir huyendo con sus capitales mal habidos.

No han desarrollado una cultura de trabajo, esfuerzo y sacrificio. No han tenido planes a largo plazo, planes a dos, tres o cuatro generaciones. Desde Iturbide hasta Calderón, la esperanza es de que “vengan capitales” a salvar a “su patria”. En vez de trabajar y repartir con justicia la riqueza para que la patria sea mejor.

Nunca han invertido en educar e instruir al pueblo. Por el contrario. La intención es mantenerlo ignorante y embrutecido, ajeno a sí mismo. La mediocre instrucción que le dan al pueblo es para prepararlo para ser obrero o empleado. Por lo mismo, no han invertido en ciencia, tecnología e investigación. En su país, todo es rápido y para ayer, de desecho y mal hecho, a corto plazo y solo para “ellos”.

Alemania, Japón e Italia en dos décadas se recuperaron de una destrucción total. China en menos de 40 años, pasó de ser un país pobre, ignorante y corrupto a ser uno de los países más poderosos del siglo XXI. En México llevamos doscientos años en manos de los traidores e ineptos criollos, y día a día el país se les deshace en pedazos en las manos.

En este país se necesita un cambio. No de partido en el poder, no de modelo económico, no de “modelo exterior”; SINO DE PROYECTO DE NACIÓN.

Lo que hoy es México nace hace ocho mil años de una de las civilizaciones más antiguas de la humanidad. Desde la invasión de 1519, se ha tratado de destruir y negar este patrimonio cultural, social y pletórico de sabiduría humana. Tres siglos de salvaje y despiadada colonización española. Y dos siglos de una impotente e incapaz neocolonización a manos de los mediocres criollos, que ni siquiera han podido generar la riqueza que crearon sus parientes los gachupines en el Virreinato, nos enfrenta a la peor crisis de su corta historia.

Los criollos desde 1821 han generado más injustita y pobreza. Han perdido más de la mitad del territorio. Han perdido la soberanía política, económica, alimentaria y cultural.

Estamos al final de un corto, pero doloroso trayecto de nuestra larga historia milenaria. El fin de la neocolinzación criolla está muy próximo (por sus propios errores e incapacidades). El planteamiento que deben hacerse las conciencias e inteligencias más lúcidas, no es “cómo se debe hacer el cambio”. Sino, cómo debe ser el nuevo país que queremos construir para los hijos de nuestros nietos.

El cambio vendrá en la forma menos pensada e increíble. El cambio vendrá por sí mismo. El verdadero desafío es –saber qué debemos hacer en ese cambio-. Sería un error histórico tratar de “reparchar” el modelo criollo neocolonial.

Cuál es el tipo de sociedad y país que deseamos construir. Cuál será el supremo objetivo en el que se dirigirán los esfuerzos, recursos, de todos los ciudadanos. Cuáles serán sus valores, sus más preciados sentimientos. Cuáles sus anhelos. Cuál el proyecto abstracto compartido por todo el pueblo.

Estamos en los estertores dolorosos de un nuevo mundo, de una nueva sociedad, de un nuevo país, de una nueva forma de pensar, sentir y de vivir.

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