El neoliberalismo y la corrupción han quebrado el frágil e injusto país que los criollos se inventaron en 1821 para su beneficio. Siempre ha sido el pueblo y sus cuantiosos recursos naturales, una fuente al parecer, inagotable de riqueza para unos cuantos. México es un país con más de la mitad de su población en la pobreza, con un puñado de familias muy ricas y el hombre más rico del mundo.
Desde la administración de Luis Echeverría el desorden comenzó. La “decena trágica” de Echeverría y López Portillo fue el preámbulo. Pero la verdadera tragedia comienza con De la Madrid y la implantación arbitraria y corrupta del neoliberalismo en el país, hasta llegar a Calderón. Los “criollos” independientemente que sean masones yorquinos o escoceses, priístas o panistas, españoles o libaneses, por su incapacidad para generar la riqueza y más difícil aún…repartirla, han creado un país dependiente del extranjero e incapaz de desarrollar su potencial, entre otras cosas porque siempre niegan la raíz de la Civilización Originaria a la que pertenece el 85% de la población.
El país ha sido destruido desde las mismas bases. Nos referimos a las leyes y las instituciones. De manera corrupta y en flagrante traición a la patria, se ha desmantelado el proyecto que surgió a partir de 1921. Los gobernantes y sus camarillas han entregado la nación a los intereses de las grandes empresas multinacionales que están en manos de “los mercaderes”.
Se ha destruido el sistema alimentario, desde el campo mismo, tenencia de tierras, financiamiento, empresas de agroquímicos, distribuidoras y acaparadoras, cultivos intensivos para trasnacionales, semillas transgénicas y una serie de males que, enriquecen a unos cuantos y perjudican al pueblo y a la Nación.
Pero lo mismo podemos hablar de la salud. Se ha ido mañosa y tramposamente privatizando el sistema de salud y saboteando desde adentro las instituciones gubernamentales de salud. Una empresa criminal que beneficia a particulares y trasnacionales. Cero investigación, cero defensa de las instituciones creadas por la aspiración de un pueblo. Todo para hacer negocios. Sean estancias infantiles, que compra millonaria de medicamentos a revendedores. Se ha destruido el sistema de salud para pretender privatizarlo.
Pero en la educación ha sido lo mismo. Una inteligencia perversa y traidora ha destrozado parte por parte la estructura que un día fue creada por José Vasconcelos y que era una de las más adelantadas de América latina. Se trata de hacer negocio embruteciendo y condenado a la pobreza a millones de niños y jóvenes. Se hace a través de “reformas educativas” al vapor, de poner en puestos técnicos a políticos, de meter al magisterio como peones de las elecciones y convertirlo en una fuerza política mercenaria a través de un sindicato siniestro y corrupto.
El país se ha hundido a propósito en el estiércol de una “democracia electorera”, dándole entrada a los personajes más bajos y ruines de la política. Se destruye la vida social y política al poner a pelear a hermano contra hermano. El poder tiene precio y los “mercaderes” lo han malbaratado para que todos busquen una rebanada del inmoral pastel. La política en México ha llegado a los espacios más denigrantes que enferman y desalientan a la sociedad. Ese es “el objetivo”.
Hemos vivido los últimos años con un creciente vacio de poder. El Estado de Derecho no existe. Las leyes y las instituciones se están usando para realizar negocios de grupo, sea de políticos, empresarios locales o trasnacionales o narcotraficantes, que no es lo mismo, pero es igual. El uso de la ley de manera facciosa, es cínica y burda.
Cada día la sociedad está entrando en una espiral de violencia, provocada fundamentalmente por la incapacidad de los gobernantes y los partidos políticos por dar seguridad y vigencia al Estado de Derecho. Y por parte de los grandes empresarios, por dar trabajo, generar desarrollo y auspiciar el reparto de la riqueza. El pueblo se encuentra desesperado y desalentado. No ve una luz en el pozo en el que se le ha sumido. Error tras error, incapacidad, mentiras, abandono, cinismo es lo que encuentra de parte de las autoridades de los tres niveles y la iniciativa privada. La respuesta al reclamo popular es la violencia desmedida del Estado, represión, mentira y más injusticia.
La gente en el gobierno y la iniciativa privada siguen pelando por el dinero y el poder político. No tienen ojos y corazón para el pueblo de México. No entienden su desesperación. No sienten su frustración. No se identifican con su tristeza. No comparten su pobreza. Creen que podrán seguir explotando, vejando, empobreciendo, enajenado impune y eternamente.
La gente en el poder económico y político no conoce al pueblo de México. No conoce su historia. No conoce su Civilización Madre. Existen quinientos años de injusticia que los separa y un inminente abismo que nos espera.
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