Los “mexicanos” hemos vivido de espaldas a nuestra Civilización Madre. Esto se debe a un proyecto colonizador que se ha implantado entre nosotros desde 1521. El colonizador-explotador ha sabido muy bien, que en la medida de que el pueblo invadido no tenga memoria histórica de su glorioso pasado, mientras no sepa quién es y de dónde viene, que no conozca los admirables logros de sus Viejos Abuelos, estará encadenado y esclavizado a través de la “ignorancia de sí mismo”. El detonante para romper las cadenas de la esclavitud esta en el conocimiento y la revalorización de nuestra historia antigua.
Nosotros, los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos, los descendientes de aquellos hombres y mujeres que un día construyeron a través de los siglos a la honra de “Aquél por quien se vive”, Monte Alban, Palenque o Teotihuacan, no somos “mexicanos”, porque no todos somos “mexicas”, aquellos que fueron los últimos bárbaros que llegaron del Norte en el siglo XIII d.C. al Altiplano Central.
Tampoco somos “hispanos”, porque hablamos un dialecto del castellano llamado español, como los norteamericanos no son ingleses por hablar la lengua inglesa. Tampoco somos “Latinos”, porque fue Napoleón III el que inventó ese concepto en el siglo XIX, cuando soñó con apoderarse de las excolonias españolas en América y don Benito Juárez le enseñó que no era posible. Entonces…sí no somos mexicanos, ni hispanos o latinos… ¿qué somos?
Por aquí debemos de empezar. Sí no sabemos quienes somos, sí no sabemos de dónde venimos, no sabemos en dónde estamos y mucho menos a dónde queremos ir, como individuos y como nación. Sí no sabemos quienes fueron nuestros venerables maestros, sino conocemos sus obras, sus logros, sus creaciones… no tenemos un rostro propio y no tenemos un corazón verdadero. Andamos a tientas y a ciegas estos cinco siglos, tratando torpemente de salir del “laberinto de la soledad” donde nos han encerrado nuestros explotadores.
Tratando inútilmente de ser españoles y siendo despreciados por ellos, tratando de ser franceses y después norteamericanos de tercera. Siempre haciendo el ridículo, siempre siendo una copia mal hecha y tardía de nuestros explotadores, quienes nos menosprecian y nos rechazan.
¿Cómo le llamaban a esta, su tierra, nuestros Viejos Abuelos, desde el sexto milenio antes de Cristo hasta la llegada de los invasores-conquistadores en 1519? ¿Cómo le llamaban a su civilización, una de las seis más antiguas de la humanidad? ¿Cómo le llamaban a este continente durante los mil años de esplendor nuestros antepasados? ¿Cuál era la conciencia de sí mismos cuando nuestros antepasados inventaron el cero matemático, inventaron el maíz y la chinampa, crearon el calendario más exacto del mundo, el chocolate, la vainilla, el chicle o hacían asombrosas operaciones al cerebro o construían la ciudad más grande del mundo en el siglo XVI?
La cultura de los pueblos de lo que hoy llamamos “México” tiene ocho mil años de historia, desde la domesticación de las plantas hasta nuestros días. De ellos, siete mil quinientos años se escribieron sin la presencia del invasor-conquistador. En este largo periodo tuvimos tres etapas: Preclásico (6000ª.C a 200ª.C), Clásico o del esplendor (200ª.C. a 850 d.C.) y Postclásico (850 d.C. a 1521 d.C.). Finalmente, en los últimos cinco siglos hemos vivido una invasión-colonización-explotación por la cual se ha dado un mestizaje cultural.
Este mestizaje no fue un hecho humanista, generoso y altruista. Por el contrario, se sustentó en la violencia, la injusticia y la violación. No podemos negar que en la cultura de los pueblos de lo que los criollos llamaron “México” en 1821, está compuesta de una mezcla, no solo de la cultura ibérica u occidental, tenemos elementos culturales muy diversos de casi todo el mundo. Asia y África, con todas sus culturas están presentes en nuestro sincretismo cultural.
Dos ejemplos de lo que “es nuestro…pero no es propio”: el reboso se trajo de la India y la marimba de África, pero el pueblo se los apropió y los hizo “suyo”. Tenemos que aceptarnos mestizos, como todos los pueblos del mundo, comenzando por la propia España que fue invadida por celtas, godos, cartagineses, berberes, romanos, árabes e ingleses. La cultura española es un sincretismo de muchas culturas. Pero tenemos que reconocer que los siete mil quinientos años de desarrollo endógeno de la Cultura Madre son la base, sustento y estructura fundamental de todo lo que somos en esencia.
El desconocer, negar y rechazar nuestra ancestral cultura, la que nos hace esencialmente lo que somos, es negar nuestro más genuino potencial para entender el mundo y la vida, para SER y TRASCENDER. Y es esta, la poderosa arma del colonizador-explotador para mantenernos en la pobreza intelectual, espiritual y material en la que los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos, hemos vivido estos cinco siglos, primero a manos de los gachupines y ahora de los criollos. Su fuerza y su poder devienen de nuestra ignorancia de nosotros mismos, de nuestro propio olvido.
En estos cinco siglos de pobreza, injusticias y violencia social, sea a manos de los españoles, franceses, norteamericanos o de nosotros mismos, pues “el Hernán Cortés” que vive en el corazón de todos los colonizados, está latente a la espera de “un poquito de poder”, para pisar, explotar y violentar a sus hermanos. Durante cinco siglos ha querido ser otro conquistador-explotador, durante este tiempo se le ha enseñado que explotar, saquear y violentar al pueblo es el único camino para “triunfar” en la caníbal sociedad colonial.
En estos cinco siglos de colonización feroz e inhumana, la historia nos dice que no es a través de la lucha armada o la lucha política como se puede acabar con este injusto sistema colonial de explotación. No son las armas o los votos, es LA EDUCACIÓN la que puede liberar a nuestro pueblo de la pobreza, la injusticia y la explotación. La Educación, pero no la de los colonizadores-explotadores, no la de otros países y culturas, sino “la propia nuestra”. Muy pocos “mexicanos” saben que somos una de los seis civilizaciones más antiguas del planeta, pero tenemos un gran potencial que ninguna de las otras civilizaciones han tenido.
Nuestros Viejos Abuelos vivieron y se educaron en una sociedad escolarizada, por lo menos tres mil años. En efecto, la educación en nuestro pasado más antiguo era obligatoria y gratuita. Por lo menos desde los olmecas en el año 1500 a.C. hasta la llegada de los invasores en 1519 d.C., los Viejos Abuelos vivieron en una sociedad en donde no había niños sin escuela. Los telpochcalli , Cuicacalli y Calmécac estaban atendiendo a los niños desde los 7 años hasta los veinte, formando en la niñez “un rostro propio y un corazón verdadero”.
Tenemos tantas cosas qué descubrir de nuestro desconocido pasado, y que la educación oficial no ha quitado nuestra historia antigua, para que no recuperemos nuestra memoria, nuestro orgullo y nuestra dignidad.
Esta Tierra y esta civilización por milenios se ha llamado ANÁHUAC y sus hijos somos anahuacas: anahuacas mexicas, zapotecas, mayas, mixtecas, totonacas, purépechas, huastecas, etc. Al continente le llamaron en lengua náhuatl “Cem Anáhuac”, que es un espacio astronómico y geográfico, delimitado por el movimiento del Sol. En un tiempo cercano a esta tierra se le volverá a conocer por su nombre verdadero. El México de los criollos habrá desaparecido y con él la colonización y la corrupción. Y volverá a ser esta tierra un lugar de honor y respeto, donde ya no haya vencedores y vencidos, invasores e invadidos, ricos extremadamente ricos y pobres extremadamente pobres. (2007)
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