Durante los primeros 25 años de
mi vida, el sistema educativo SEP/UNAM, el de mi propia familia y el círculo
social, me enseñaron una “Historia de México” colonizada e hispanista, muy
confusa, aburrida y lejana. Los griegos, los romanos y la revolución francesa
estaban más cerca de mí.
Este país surgió gracias al valor de un puñado de
europeos que lucharon contra cientos de miles de aborígenes salvajes, caníbales
e idólatras. Posteriormente, gracias a la presencia de piadosos religiosos, “medio
se educó y civilizó a los indios”. Y por la “visión”, capacidad y trabajo de
esforzados españoles se logró hacer producir la tierra y generar riqueza. El
origen de “mi cultura y mi país”, según lo enseñado por el sistema, era de
hombres españoles y de la cultura occidental. Y la lucha se mantenía en el
esfuerzo nacional de integrar a los mexicanos que no tenían “la cultura
occidental” y por tal, eran pobres y generalmente belicosos insurrectos.
Fue hasta que viví dos años en Europa, que me di
cuenta de que mis raíces más profundas, mi identidad más primigenia no estaba
allá. No era que fuera superior o inferior a los españoles, lo que me di cuenta
es que era totalmente diferente en “lo profundo y en lo esencial”.
Me di cuenta que había vivido perdido 25 años en un
“laberinto de la desolación” de no saber en realidad quién era yo. Fue entonces
que regresé en la búsqueda de mi “rostro propio y corazón verdadero” y empecé a
buscar “la salida del laberinto”. “Aquel por quien se vive” en su designio
inescrutable me mandó a Oaxaca, donde nací espiritualmente y desde entonces he
quedado atrapado por la mágica fuerza telúrica de sus generosas montañas.
Gracias al trabajo cultural, a las vivencias con
los pueblos y culturas indígenas, y desde luego, a “maestros” que me enseñaron
a ver, sentir y comprender lo que la colonización no me permitía percibir de mí
mismo y de “mi realidad” encontré a la Toltecáyotl. Tuve que vencer cinco
siglos de ideología colonial, de mentiras infames y dolosas verdades a medias.
Descubrí entonces una increíble civilización que
alcanzó grandes y profundos niveles de conocimientos a partir de una visión muy
avanzada de la vida, el universo y su trascendencia en el plano espiritual.
Donde el ser humano recibe la misión de colaborar con las fuerzas rectoras del
universo para mantener el equilibrio y la armonía. Una civilización con
objetivos muy elevados, en donde la ciencia y la espiritualidad se unen como un
par de opuestos complementarios para impulsar y trascender la vida, tanto en el
plano personal, familiar y comunitario.
Y aquí viene el punto. Cómo fue posible que se
perdiera la continuidad cultural de más de siete milenios y medio, en tan solo
cinco siglos. Qué fue lo que nos sucedió qué perdimos el camino que durante
siglos nuestros venerables maestros nos enseñaron. El cual nos llevó a lograr
el más alto nivel de bienestar humano para toda la población en la historia de
la humanidad. Qué fue lo que nos sucedió que llegamos a estar en las miserables
condiciones que hoy vivimos. Cómo es que se perdió tanta sabiduría colectiva,
organización social y conciencia espiritualidad.
Fue gracias a las lecturas de visionarios como
Guillermo Bonfil, Laurette Séjurné, Rubén Bonifaz Nuño y de una relectura
crítica y analítica de “las fuentes históricas” y los historiadores hispanistas
del sistema neocolonial, que empecé a descubrir la extraordinaria grandeza de
nuestro glorioso pasado. Entendí el perverso proceso al que han sometido al
pueblo para que pierda su memoria histórica y su identidad cultural y quede
indefenso, amnésico y dócil, apto para cualquier injusticia y explotación.
A lo largo de estos años he tratado de encontrar la
respuesta a partir de la investigación y reflexión crítica y analítica. Dejando
atrás “la leyenda negra de España” y el lugar común de que “los españoles
fueron los culpables”, sin menoscabo del innegable holocausto y el
epistemicidio criminal que la corona española y algunos españoles hicieron en
el Virreinato de la Nueva España (sin perdón y sin olvido). Pero también
debemos tomar en cuenta que a partir de 1821 se ha continuado con el mismo “ejercicio
del poder” por la oligarquía criolla. En esencia, nada ha cambiado en los
últimos dos siglos de neo-colonialismo en “su país”. Es decir, lo mismo que se
empezó a hacer en 1519 se ha mantenido hasta nuestros días a pesar de que
Hernán Cortés y Malinche murieron, además de que la “corona española”
desapareció y ha sido en los dos últimos siglos un triste remedo de lo que en
su día fue.
Me siento comprometido a investigar y reflexionar
sobre este importante tema. Por ahora, comparto un primer avance en el
entendido que son las primeras reflexiones de lo que deberá ser un trabajo más
profundo y compartido con los comprometidos.
Hasta ahora, por lo menos encuentro siete causas muy
importantes que influyeron en el proceso de colonización y retroceso cultural,
la degradación social, la pérdida de la memoria histórica y la identidad
cultural de nuestros pueblos. Estas causas generales concatenadas con causas
específicas de carácter regional propiciaron el que hayamos perdido la
sabiduría, claridad y fuerza de nuestra civilización Madre.
El investigar y conocer los orígenes de nuestros
problemas de orden cultural nos permitirá encontrar las soluciones requeridas
para erradicar los males. La auto crítica es esencial para conocer las causas.
Comencemos por enumerarlas y luego tratar de describirlas.
1. Antes de la invasión, la transgresión filosófica
y religiosa de la Toltecáyotl en el periodo Postclásico. 2. Después de la
invasión, olvidar y no defender la práctica comunitaria, familiar y personal de
las bases culturales de la Toltecáyotl. 3. Las autoridades surgidas del Estado
Suyuano, ante la invasión y para mantener
su poder ilegítimo se aliaron a los extranjeros invasores. 4. Las
autoridades y los líderes de opinión abrazaron la cultura, lengua y religión
del invasor para mantener su estatus y posición social. 5. El mal uso y el
abuso que se hizo de la milenaria herencia cultural del pueblo por el absoluto respeto
y la estricta obediencia a las autoridades civiles y religiosas. 6. Gran parte
de los pueblos asumieron la modernidad como proyecto propio y aceptaron su rol
de “colonizador-colonizado”. 7. Empezó una lucha fratricida para lograr posicionarse
a cualquier precio en la nueva sociedad colonial y posteriormente neocolonial
perdiéndose el valor sagrado de la Vida y la cultura comunitaria.
1. Antes de la
invasión, la transgresión filosófica y religiosa de la Toltecáyotl en el
periodo Postclásico.
El mito de “La partida de
Quetzalcóatl” nos habla de que después de vivir “largo tiempo” en el Anáhuac,
el “conocimiento envejeció” y desapareció en una estrategia concertada desde
Nicaragua hasta el Norte de Estados Unidos, dejando la promesa de la
restauración o “regreso” de Quetzalcóatl, el arquetipo cultural y símbolo de la
sabiduría y la espiritualidad.
En el periodo Postclásico (850 a 1521) Alfredo
López Austin afirma que algunas culturas trataron infructuosamente de rehacer
la hegemonía lograda por los toltecas en todo el Cem Anáhuac en el periodo
Clásico, pero por las armas. Se crearon los señoríos, las disputas y las guerras.
El investigador a esta degradación le llama “el Imperio Suyuano”.
Del año 850 aproximadamente al año 1440, en que
toma el poder Moctezuma Ilhuicamina, podemos apreciar un lógico decaimiento
cultural ante la partida o ausencia de los Venerables Maestros y la destrucción
de casi todos los centros de conocimiento llamados ahora “zonas arqueológicas”
del periodo Clásico. La “condición humana” es la imperfección y la “inercia de
la materia” hizo que poco a poco, se fuera decayendo en la práctica
comunitaria, familiar y personal, los valores y principios de la Toltecáyotl.
Pero la ascensión al poder de Moctezuma, y sobre
todo, las ideas de cambio del Cihuacóatl Tlacaélel, trajeron grandes y
dramáticas transformaciones del pensamiento filosófico y religioso de la
Toltecáyotl en el pueblo mexica, sus aliados y los pueblos que iban dominando.
Pero este cambio no se dio en todo el Cem Anáhuac, solo fue en los dominios de
la Triple Alianza que eran muy limitados, el Altiplano Central y una parte
pequeña de la costa del Golfo de México en la zona cultural totonaca.
Como los mexicas iban en un periodo de expansión,
pesaba sobre el futuro inmediato el final del Quinto Sol, “inminente desde la
partida de Quetzalcóatl” en el 850. Así que cada 52 años llegaba la fatídica
fecha de “uno caña”. Tlacaélel decidió cambiar la historia antigua del Cem Anáhuac
en donde ellos aparecerán como el pueblo elegido e hicieron suyo el ancestral
mito de la partida de Aztlán y la búsqueda de la “tierra prometida”. Mito
fundacional, por cierto de carácter universal, que no podía encarnarlo el
último pueblo en llegar al Altiplano Central.
No solo cambió las bases espirituales de la
Toltecáyotl, sino “bajó” de nivel a Quetzalcóatl y subió en su lugar a su numen
tutelar Huitzilopochtli, vinculándolo como “par de opuestos complementarios”
con Tláloc. Ordenó la destrucción de los códices antiguos toltecas. La Batalla
Florida de carácter personal la cambió por una guerra permanente contra sus
vecinos para someterlos e imponerles fuertes tributos. El sistema de educación
se transformó en escuelas militares. La sociedad y la religión se militarizaron.
Se empezó a usar el cacao como instrumento de cambio y se desarrolló el
comercio. Se empezó a usar la propiedad privada a partir de logros militares y
riqueza de los pochtecas.
El sacrificio interno espiritual se cambió por el
sacrifico de seres humanos tomados prisioneros en las “batallas floridas
mexicas”. La propuesta ideológica de Tlacaélel resultó grotesca pero efectiva…temporalmente.
Los mexicas se asumieron como “El Pueblo del Sol” y se abrogaron el
“sostenimiento” del Quinto Sol a partir de los sacrificios humanos. Asegurando
larga vida a la Triple Alianza y al mundo donde ésta se expandía. Pero eso solo
fue en un limitado espacio, no en todo el Cem Anáhuac y sobre todo, fue por un
periodo muy corto de tiempo. La expansión del imperio duró de 1440 a 1521, es
decir, tan solo 81 años.
Primero el discurso de los conquistadores y después
el discurso de la oligarquía criolla en el periodo neocolonial, han querido
generalizar las practicas decadentes mexicas a todos las culturas y la
milenaria historia del Cem Anáhuac, lo cual es totalmente falso. También
pretender hacer creer que “eran super poderosos”, falso. Que hacían miles de
sacrificios humanos, falso. Que eran politeístas, falso. Que tenían sojuzgados
a todos los pueblos y culturas del Cem Anáhuac, falso. Que eran un pueblo
esclavizador, falso. Que eran caníbales, falso.
Existen respetables corrientes de pensamiento que
niegan categóricamente los sacrificios humanos de los mexicas. “No se puede
tapar el Sol con un dedo”. El ser humano
en todos los lugares y en todos los tiempos ha hecho y sigue haciendo
sacrificios humanos, no solo los mexicas. En esos en la península ibérica
también se hacían, solo que se les llamaba “autos de fe” y hoy se siguen
haciendo, solo que se llaman “daños colaterales” de la guerra y de la economía.
En el México contemporáneo, según la UNICEF mueren cientos de niños diariamente
por problemas generados por la miseria.
De no conocer y entender la decadencia y
transgresión de la Toltecáyotl en el Cem Anáhuac. Decadencia, en los más de
cinco siglos (850-1440), desde la partida de Quetzalcóatl del Anáhuac a la
expansión de la Triple Alianza. Transgresión, desde el ascenso al poder de
Moctezuma Ilhuicamina a la caída de Tenochtitlán. No se puede entender la
conquista. No es posible que solo 850 europeos hayan podido vencer a varios
cientos de miles anahuacas. Los hechos militares estuvieron a cargo de los
anahuacas en los dos bandos. Las intrigas, las mentiras y las discordias
creadas entre los pueblos estuvieron a cargo de Malinche y Hernán Cortés,
justamente por la transgresión a la Toltecáyotl y la sustitución
religiosa-filosófica de Huitzilopochtli por Quetzalcóatl.
Si los mexicas no hubieran transgredido la religión
y la Toltecáyotl, como los mayas, los europeos no habían podido conquistar tan
fácilmente el Cem Anáhuac y no hubieran aceptado la religión y la cultura del
invasor-conquistador-colonizador. La resistencia cultural sería más fuerte de
lo que ha sido. Resistencia cultural como la que han mantenido los pueblos
mayas, oaxaqueños, huicholes, yaquis, tarahumaras, mayos, por citar algunos
ejemplos.
Se puede observar en el actual mosaico cultural de
México, que los pueblos que aceptaron el cambio religioso-filosófico de
Quetzalcóatl por Huitzilopochtli, especialmente los nahuas del Altiplano
Central, fueron los pueblos que aceptaron más fácilmente el cambio religioso
cultural de la cristianización-modernidad.
2. Después de la
invasión, abrazar la nueva cultura y religión. Aceptando las nuevas leyes,
autoridades e instituciones, olvidando la práctica comunitaria, familiar y
personal de las bases culturales de la Toltecáyotl.
Asesorado eficientemente por Malinche, que fue una
mujer preparada y muy ambiciosa, Hernán Cortés se asume y se presenta como el
“capitán de Quetzalcóatl”, diciendo que había sido enviado del otro lado del
mar por Quetzalcóatl, (a quien asocia perversamente con el rey de España), para
rectificar las desviaciones filosóficas-religiosas que había implantado
Tlacaélel. Que Quetzalcóatl tenía un poderoso reinado del otro lado del mar,
por dónde se había ido y que estaba preocupado por lo que sucedía en el
Anáhuac.
Como el año de 1519 era en el calendario del
Anáhuac la fatídica fecha de la profecía del regreso de Quetzalcóatl y como,
desde las costas del Golfo se tenía seguimiento de los avistamientos de las dos
expediciones anteriores, la de Francisco Hernández de Córdoba en 1517 y la de
Juan de Grijalva en 1518, la Triple Alianza estaba al tanto de las
aproximaciones de los europeos y estaba preocupada por el cumplimiento de la profecía,
en tanto, se sabía transgresores del legado filosófico-religioso-cultural de la
Toltecáyotl.
Cortés logra urdir su trama de engaños a través de
la valiosa información que le proporcionó Malinche (Malinalli Tenépatl), quien
fue entregada por el tlatoani de Tabscoob (Tabasco) ante su derrota en Centla
con los españoles. Malinche tenía como lengua Madre el náhuatl y aprendió la
lengua maya cuando fue parte de un botín de guerra entre los derrotados nahuas
de Xicalango y los vencedores mayas de Potonchán.
Malinche sabía hablar náhuatl y maya, y se
comunicaba en esta última lengua con Gerónimo de Aguilar, quien naufragó en
1511 en las costas de Quintana Roo y vivó entre los mayas de Chetumal hasta
1519 –en que fue rescatado por la gente de Cortés-, donde aprendió a hablar la
lengua maya. Esta serie de “circunstancias favorables” para armar y recrear las
mentiras con las que Cortés pudo “penetrar” en los Altépetl nahuas del
Altiplano Central, sin ser rechazado, como si lo hicieron los mayas que no
transgredieron la Toltecáyotl, o ser combatido hasta el exterminio como les pasó
a otros conquistadores en América, fue por la valiosa y estratégica información
que Malinche les brindó a los invasores-conquistadores.
De modo que los aventureros y “rescatadores de oro”
se asumieron con el líder de la expedición, como “los enviados de Quetzalcóatl”.
En los “usos y costumbres” milenarios de la Toltecáyotl en el Cem Anáhuac, los
enviados o embajadores eran tratados con mucho respeto y consideración, además
de que “la palabra” era profundamente respetada. Cortés manejó hábilmente la
información que Malinche le fue proporcionado, dado que inmediatamente Malinche
aprendió la lengua castellana.
Al principio, los totonacas de Cempoala y después
los nahuas de Tlaxcala se aliaron a los “enviados de Quetzalcóatl”, no solo
porque fueran los enemigos de la Triple Alianza, sino fundamentalmente porque
sabían de la transgresión filosófica-religiosa y la profecía del regreso de
Quetzalcóatl.
Este punto es muy importante para entender “el
momento histórico” que se vivía en el Anáhuac. No fue, como afirman los
historiadores hispanistas y neocoloniales, que la conquista fue “un hecho de
armas” europeas contra anahuacas, donde la pólvora, el caballo, el acero y el
valor de los europeos, determinaron la victoria.
Fue en cambio un cisma filosófico-religioso que
venía desde la partida de Quetzalcóatl a mediados del Siglo IX y las
transgresiones ordenadas por Tlacaélel al sobreponer a Huitzilopochtli por
encima de Quetzalcóatl en la creación de la ideología mixtico, materialista,
guerrera de la Triple Alianza, las que fueron usadas hábil y perversamente por
Cortés.
Posteriormente vino el apoyo fundamental y decisivo
que recibieron del texcocano Ixtlilxóchitl, quien había sido desposeído del
Altépetl de Texcoco por Moctezuma, ya que Nezahualpilli (hijo de Netzahualcóyotl),
decidió antes de morir, que lo sucedería su hijo Ixtlilxóchitl. Moctezuma
cabildea e impone a su sobrino (hijo también de Nezahualpilli y un hermana de
Moctezuma). Texcoco se divide y Ixtlilxóchitl
entra en conflicto con Moctezuma y antes de que Cortés llegue a la Ciudad de
Tenochtitlán se le presenta con trescientos mil guerreros para luchar en contra
de Moctezuma.
El verdadero comandante en jefe de todos los
aliados anahuacas de Cortés fue Ixtlilxóchitl. Cortés no podía comandar los
ejércitos porque no hablaba y no entendía la lengua y menos “los usos y
costumbres” militares del Anáhuac. Ixtlilxóchitl ha sido “borrado” literalmente
de la historia hispanista de la conquista, pero él fue el que lideró las
batallas, convocó a los pueblos del Altiplano a sumarse a su causa y puso el
ejemplo a los demás tlatoanis de convertirse a la fe cristiana. A tal punto
que, amenazó de muerte a Yacotzin, su propia madre, porque ella no aceptaba
bautizarse y españolizarse.
Lo que sucedió en Texcoco entre Cortés,
Ixtlilxóchitl, Yacotzin y los texcocanos, es un excelente ejemplo de lo que
posteriormente se repetirá en todo el Cem Anáhuac. Ixtlilxóchitl se pone al
servicio de Cortés y lo invita a
Texcoco, lo agasaja con un banquete, le pide que lo bauticen y ordena que
decenas de miles de texcocanos se bauticen y como su madre, quien había sido la
esposa de Nezahualpilli, le respondió a
su hijo “que debía de haber perdido el juicio, pues tan presto se había dejado
vencer de unos pocos bárbaros como eran los cristianos”, la amenaza de muerte
de no acceder.
El punto es que por ambición o por creer en que los
extranjeros eran los enviados de Quetzalcóatl, los tlatoanis y los pueblos se
empezaron a aliar a los invasores en contra de sus hermanos. La verdadera
conquista del Cem Anáhuac comienza apenas el 13 de agosto de 1521 con la caída
de Tenochtitlán y ha seguido sistemáticamente hasta nuestros días. Siempre con
la ayuda a los extranjeros por parte de “los malinches” y las autoridades.
Abandonamos nuestra milenaria cultura por creer que
el regreso de Quetzalcóatl se ha cumplido. Año tras año, siglo tras siglo, “el
ala y la cola”, el pueblo, vive con la esperanza inconsciente del regreso de la
Quetzalcóatl y su sabiduría La Toltecáyotl. Esta visión nos ha hecho creer una
y otra vez en los sucesivos conquistadores disfrazados de iluminados redentores
que han ido llegando a nuestras tierras. Desde la cristianización hasta la
globalización, siempre ha sido lo mismo. Desde los misioneros hasta los
inversionistas, la historia se repite por no conocerla y comprenderla.
3. Las autoridades
surgidas del Estado Suyuano, ante la invasión y para mantener su poder ilegítimo se aliaron a los
extranjeros invasores.
Ante el sisma religioso, filosófico y político que
crean las mentiras de Cortés asumiéndose como el embajador de Quetzalcóatl y
los temores de la Triple Alianza por las transgresiones hechas a La
Toltecáyotl. Y dado que Cortés fue avanzando a través de las debilidades y
rencillas de los pueblos del Altiplano, pero sobre todo, que se presentó como
embajador y no como conquistador. Las autoridades de la Triple Alianza, hasta
la Matanza del Templo Mayor, siempre lo consideraron diplomático, y como tal,
así lo trataron.
Al interior de las autoridades del Altiplano las
contradicciones e indecisiones pululaban como el polen en primavera. Las altas autoridades civiles y religiosas de
los Altépetl sabían que se había trasgredido La Toltecáyotl, tanto los aliados
como los dominados por la Triple Alianza. Unos consideraban la posibilidad de
enmendar el error y creían que al hacerlo, Cortés y sus hombres regresarían por
donde habían llegado. Esta idea fue la que finalmente venció en el Tlatócan.
Se ha querido pintar a Moctezuma como un hombre
pusilánime y cobarde, totalmente falso. Era un valiente y experto guerrero ya
que era seleccionado por sus mejores cualidades por el Tlatócan, no era un
puesto que se heredaba. Pero también era devoto de la advocación filosófica
religiosa de Quetzalcóatl. Pero sobre todo, se le pone como “un rey europeo"
que tomaba decisiones personales y no es cierto. Moctezuma “mandaba
obedeciendo” al Tlatócan o Consejo Supremo de la Triple Alianza. Las decisiones
se tomaban de manera colegiada. Y este
es el punto.
Los errores con los invasores europeos desde que se
bajaron de sus navíos fue el creerlos enviados de Quetzalcóatl, darles un trato
de embajadores, obsequiarles, alimentarlos, avituallarlos y servirlos. Primero
las autoridades de Cempoal, Tlaxcala y Texcoco, y después todos los demás,
hasta nuestros días.
Se necesita “entender el momento histórico” y el
periodo de decadencia cultural que se vivía en el Anáhuac. Los temores de la
profecía, la incertidumbre de la verdad sobre Cortés, el desgaste del rito a
Huitzilopochtli. Las atrocidades que aterraban y horrorizaban a los anahuacas a través de las matanzas,
como la de la ciudad santa de Cholula, los brutales aperreamientos y la
facilidad para asesinar. Pero sobre todo, el brutal choque humano de una
cultura de la guerra, el robo, la mentira y el abuso, contra una cultura
humanista y espiritual, -aunque en un periodo de decadencia, en especial la
Triple Alianza-. Esto no se ha querido ver y comprender por los “mitos de
conquista”. Pero los españoles venían con el sistema de “terrorismo de Estado”
a través de horrorosas matanzas, herencia de la “Guerra de Reconquista” y de la
Edad Media.
Pero lo más importante y decisivo, poco tomado en
cuenta y dimensionado en toda su magnitud por los historiadores hispanistas,
fue la indescriptible catástrofe que representó la viruela para las personas,
las familias y los pueblos. En efecto, la enfermedad que trajeron al Cem
Anáhuac los españoles resultó la primera guerra bacteriológica del planeta. La
mortandad, la incapacidad para curarla y su total desconocimiento, de una
civilización que manejó por siglos una eficiente ciencia médica, hicieron de la
viruela la destrucción física y emocional de la sociedad. Se pensó que era un
castigo divino por la trasgresión a la enseñanza y religión de Quetzalcóatl.
Ante este caos religioso, ideológico y mortandad,
muchas de las autoridades, primero en el Altiplano Central y después de 1521,
en todo el Cem Anáhuac, decidieron unirse al bando de “Cortés-Quetzalcóatl” y
se sumaron a la invasión, luchando contra pueblos y culturas que resistieron y
sieguen resistiendo la agresión hasta nuestros días.
Vale la pena, para concluir este apartado, recordad
la figura y la posición de Xicoténcatl Axayacatzin, el guerrero tlaxcalteca que
desde el primer momento vio a Cortés y los españoles como peligrosos invasores.
Los combatió y se opuso a la alianza con el invasor pero el Tlatócan de
Tlaxcala decidió hacer la alianza, y Xicoténcatl tuvo que obedecer, pero no
colaboró en la guerra contra los mexicas por lo cual Cortés lo mandó ahorcar.
Xicoténcatl el ejemplo del guerrero del Anáhuac, como Gonzalo Guerrero,
Cuitláhuac, Cuauhtémoc, Morelos, Mina, Guerrero y Zapata.
4. Las autoridades
y los líderes de opinión anahuacas, abrazaron la cultura, lengua y religión del
invasor para mantener su estatus y su posición social.
Ante el momento histórico que se vivía,
especialmente en el Altiplano Central, los pueblos de todo el Cem Anáhuac
(desde Nicaragua hasta el Norte de E.U.), estaban enterados del desplome de la
Triple Alianza y la catástrofe humanitaria que vivían los pueblos nahuas del
Altiplano por la epidemia del sarampión.
La cultura guerrera del Estado Suyuano (periodo
Postclásico) tenía como “uso y costumbre”, que en las guerras de expansión, el
vencido se incorporaba como “socio-aliado” del vencedor (como Alemania con la
OTAN). Esta modalidad fue la que hizo que la Triple Alianza se expandiera y
creciera en poder cuantitativo y cualitativo de manera muy rápida.
Cuando los mexicas y sus pocos aliados fueron
vencidos por los ejércitos comandados por Ixtlilxóchitl al servicio de Cortés,
los propios mexicas se pusieron a las órdenes de Cortés, y ellos mismos
participaron en la conquista del Cem Anáhuac para beneficio del nuevo orden
religioso, filosófico, cultural, económico y político encabezado por Cortés.
Debe decirse lo que han callado los historiadores
hispanistas, Cortés llegó a tener tanto poder, -en hombres a sus órdenes como
en metales preciosos-, que en su momento acarició la idea de convertirse en rey
del Anáhuac, razón por la cual la corona le entabló un Juicio de Residencia
(igual que a Colón), para someterlo y subordinarlo al imperio español.
En este “fin del Quinto Sol”, que debe entenderse
como un colapso cultural, provocado y manipulado por Cortés, quien siendo
asesorado por Malinche, logró crear primero, un caos y el derrumbe del Estado
Suyuano mexica, y posteriormente, siguió con los demás pueblos y territorios
del Cem Anáhuac. Poco a poco fue sumando aliados-vencidos o
aliados-convencidos, que tanto por la derrota militar como por una “estrategia
de sobrevivencia” se aliaron con los nuevos detentadores del poder.
Para entender este punto, es necesario recordar la
famosa reunión a la que fueron convocados por Moctezuma todos los tlatoanis de
los Altépetl, aliados y tributarios de la Triple Alianza, en la cual Moctezuma,
delante de Cortés, les anuncia a que a partir de ese momento la nueva autoridad
es “el embajador de Quetzalcóatl” y que así como él, todos los demás,
obedecerán y servirán en lo que les mande Cortés. Esa fue la entrega de la
Triple Alianza a Cortés (2ª Carta de Relación. E. Purrua. pp. 59). Al terminar
la reunión Cortés le dijo a Moctezuma que, como “el rey de España-Quetzalcóatl”
necesitaba oro, mandara a su gente y que él mandaría también a españoles, a que
fueran a los Altépetl de los tlatoanis a pedirles el oro requerido.
Lo cual no sucedió por la llegada a Veracruz de 1500
hombres al mando de Narváez, enviados por Velázquez, el gobernador de Cuba,
para tomar preso a Cortés por haber salido prófugo de Cuba, ya que se había
descubierto que planeaba traicionarlo –como sucedió-, y que se “apropiaría” de
la expedición que “legalmente” le correspondía a Velázquez y sus asociados. De
modo que Cortés dejó “el proyecto” de ir a “rescatar oro” para después, y se
dicó a comprar a los hombres que enviaba Velázquez para fingir una lucha en la
que él salía victorioso.
Aquí es necesario aclarar la mentira sistemática de
los “historiadores hispanistas” de que Cortés tenía un ejército con soldados,
falso. Los ejércitos modernos se iniciaron en Europa hasta el Siglo XVII, en
ese momento solo existían “tercios”, que eran asesinos y ladrones al mando de
un “capitán”. No tenían cadena de mando, uniformes, armas reglamentarias, etc.,
eran simples mercenarios dirigidos por un líder al que llamaban “capitán”.
Cortés no era “hombre de armas”, era más un
leguleyo que había sido expulsado de la Universidad de Salamanca por el bajo
desempeño académico (no terminó). No traía
soldados, sino mercenarios que habían sido contratados por los
inversionistas de la expedición para
“rescatar oro”, o inversionistas que personalmente participaban, solos o con
esclavos y subalternos. A esta gente se le llamó “capitán”, pero tampoco eran
“hombres de armas” como los verdaderos capitanes de los tercios que existían en
Europa.
La invasión de España a los pueblos del continente
Ixachillan (nombre en lengua náhuatl), desde Colón hasta la última expedición,
fue producto de la iniciativa privada de inversionistas y aventureros. La
corona nuca financió las expediciones (ni el primer viaje de Colón, lo de “las
joyas de la reina” es solo otro más de los mitos hispanistas”). La corona solo
otorgaba permisos para “rescatar oro o fundar” a cambio del 20% de lo robado, a
lo que llamaron con eufemismo “el quinto real”.
La historia hispanista nos ha hecho suponer que
Cortés era un “capitán”, que traía un ejército con soldados, mandos, uniformes,
insignias, banderas y que dependía de la
corona española, totalmente falso. Los viajes de Colón, como todas las
expediciones españolas fueron financiados por inversionistas. La conquista de
América fue una EMPRESA PRIVADA, la colonización en cambio fue un acto
imperial.
Eran un conjunto de inversionistas y una padilla de
aventureros que no eran militares, no venían enviados por la corona, solo tres
sabían leer y escribir. Lo único que los “uniformaba” era su codicia, ser
ladrones y asesinos, además de estar permanentemente en luchas internas por el
poder y el despojo de lo robado. A tal punto, que en su momento trataron de
matar a Cortés, quien tuvo que traer una “guardia personal” para protegerlo de
sus propios compinches.
Al término de la Batalla de Tenochtitlán Cortés
envía a un puñado de españoles con miles de “aliados y vencidos” anahuacas a
“visitar” es los tlatoanis de los Altépetl en busca del oro. Así es como
comenzó la verdadera conquista del Cem Anáhuac. La dirigieron un puñado de
españoles que más o menos obedecían a Cortés, -entre sus traiciones y luchas de
poder-, y decenas de miles de guerreros tlaxcaltecas, texcocanos, mexicas,
xochimilcas, etc. El caso de la traición a Cortés por Cristóbal de Olid es el
ejemplo clásico de las relaciones entre los mercenarios.
Así como relatamos como Ixtlilxóchitl se pasó
voluntariamente al bando de Cortés, así mismo lo hicieron muchos Tlatoanis en
todo el Cem Anáhuac. Para no perder el poder en sus Altépetl y mantener sus
privilegios y canonjías, aceptaron, no solo sumarse a los españoles, sino
aceptar su religión, su idioma, su cultura y mantenerse en el “nuevo orden”
como autoridad.
Esto fue hecho por convicción, como el caso
referido de Ixtlilxóchitl o por simulación, como el caso tlatoani zapoteco de
Tehuantepec, Cocijopij, quién no solo se convirtió a la religión católica y fue
bautizado, sino para demostrar su devoción religiosa a los españoles, pagó de
su propio patrimonio la construcción del templo y convento de Santo Domingo de
Guzmán en Tehuantepec, pero siguió en su casa profesando la religión ancestral,
hasta que fue descubierto por la Santa Inquisición.
Debe recordarse que, a lo largo de toda la Colonia,
el número de españoles o peninsulares fue muy bajo. En el censo de 1800 se
reportan 15 mil peninsulares en el Virreinato. Por lo que en las primeras tres
décadas después de la caída de Tenochtitlán, muchos tlatoanis se mantuvieron en
el poder en el nuevo orden colonial y fueron desplazados poco a poco, conforme
los peninsulares, los criollos y hasta los mestizos empezaron a ocupar los
puestos de autoridad, especialmente en los lugares más alejados e inaccesibles
de la Ciudad de México y ciudades del interior del virreinato.
Esta “conversión” de las autoridades resultó ser un
factor muy importante en la conversión de los anahuacas “del ala y la cola”, es
decir, de los masehuales que veían como la clase dirigente abrazaba la cultura
y religión de los invasores. Se transformaban y trataban, no solo de hablar, vestir y comer, igual que los
conquistadores-colonizadores, sino que empezaron a asumir sus valores y
principios como propios.
En efecto, la propiedad privada, el comercio, el
consumo de alcohol y los productos “de castilla”, así como la explotación de
los masehuales, fue el nuevo orden al que se “adaptaron” y comenzaron a jugar
el papel de “colonizados-colonizadores”, es decir, aceptar sumisamente la
explotación del colonizador, pero en la primera oportunidad, jugar el papel de feroz
colonizador con aquellos que están más abajo en la escala social del sistema
colonial.
Esta práctica viciosa y perversa nos ha hecho mucho
daño. Ha permitido la formación de una cultura “mestiza” de abuso y violencia.
Una cultura de la ilegalidad, la corrupción y la simulación. Una sociedad de
“vencedores y vencidos”. De “chingones y chingados” hasta en el más mínimo
espacio, acabando con nuestra cultura de respeto, solidaridad y fraternidad.
5. El mal uso y el
abuso que se hizo de la milenaria herencia cultural del pueblo por el absoluto
respeto y la estricta obediencia a las autoridades civiles y religiosas.
La civilización del Cem Anáhuac, desde Nicaragua
hasta el Norte de E.U. y durante más de tres mil quinientos años, mantuvieron
su desarrollo humano a través de los valores como el del “servicio a la
comunidad, el respeto a la autoridad, el trabajo disciplinado por la comunidad, la solidaridad y la
espiritualidad a través de las prácticas religiosas”.
Esto se logró inculcar en sucesivas generaciones a
través del sistema educativo. En efecto, el primer sistema de educación,
obligatorio, público y gratuito se desarrolló en el Cem Anáhuac, mucho antes de
que existiera la cultura griega. El primer sistema de educación pública en
Europa surgió en Italia hasta 1596.
Las escuelas, el telpochcalli, ilpochcalli y el calmécac,
entre otras, a través de la pedagogía tolteca inculcaron en la niñez y adolescencia
anahuaca los siete valores de la educación tolteca: responsabilidad,
disciplina, respeto, el desarrollo de la atención-concentración-abstracción,
trabajo en equipo, comunicación oral-pictográfica y conciencia comunitaria.
Gracias a estos valores y principios no solo se
formaron los individuos, las familias y los Altépetl, sino se pudo lograr los
grandes proyectos espirituales esculpidos en la materia a través de cientos de
años, como es el caso de lo que hoy conocemos como “la zona arqueológica de Monte
Albán, en Oaxaca”, en donde a lo largo de 1350 años, de generación en
generación, de manera sistemática y continua, se construyó en una montaña a 400
metros de altura un centro de estudios e investigación. Pero existen cientos de
estos maravillosos recintos en lo que hoy es México.
Estos inconmensurables esfuerzos humanos, se
pudieron lograr gracias a que los Viejos Abuelos poseían sistemas muy avanzados
y decantados en los renglones de: “alimentación, salud, educación y
organización”, que son conocidos como la Pirámide de Desarrollo Humano del
Anáhuac y que estaba muy interiorizada en todas y cada una de las diversas
culturas existentes en el Cem Anáhuac.
Para 1519 la ciudad más grande del mundo era
Tenochtitlán. Los conquistadores calcularon que había entre 60 y 120 mil
hogares. Suponiendo familias de siete integrantes la ciudad debió contar entre
420 y 840 mil habitantes. Se calcula que la extensión de la ciudad era de 10 km
cuadrados. Poseía los logros y adelantos de una ciudad moderna. Agua potable,
drenajes, calles, calzadas, canales, todos perfectamente orientados hacia los
cuatro puntos cardinales. Había escuelas, bibliotecas, museos, zoológico,
templos, mercados, edificios administrativos, casas oficiales, etc.
Este pueblo educado, responsable y respetuoso, que
obedecía a sus autoridades civiles y religiosas con ejemplar pasión y devoción,
propio de una sociedad civilizada, avanzada, madura y consciente. Porque la
dualidad más importante del “bien común” es, “el gobierno y la organización
comunitaria”. Esta patrimonio cultural fue
en principio, brutalmente usado por los conquistadores y posteriormente, echado
a perder por los abusos, despojos e injusticias de los colonizadores que los
explotaron casi hasta su extinción. En 1519 se calcula que en lo que hoy es
México, existían 25 millones de personas y cien años después quedaban un millón
de anahuacas. México no volvió a tener 25 millones de habitantes hasta la
década de los años cuarenta del siglo XX.
En el “banco genético de información cultural”, los
pueblos anahuacas tienen como principio el irrestricto respeto a las
autoridades civiles y religiosas, además de su organización comunitaria. De
esta herencia cultural producto de 3500 años de civilización, los
conquistadores y colonizadores primero, y neo colonizadores después, abusaron y
abusan hasta la saciedad.
Este abuso ha producido, a través del tiempo, un
rechazo a la autoridad, la legalidad y las instituciones del “Estado que les es
ajeno” y generalmente está en contra de sus intereses. Ha aprendido
dolorosamente estos cinco siglos que el
gobierno, la ley y el policía de la esquina, están para explotarlo. El “México
de los criollos y solamente para los criollos” lo ha excluido históricamente de
la toma de decisiones y de los beneficios. Solo lo ha usado para sus luchas
armadas y políticas.
Sabe, por dolorosa experiencia, que “este país” no
le pertenece. De modo que no lo cuida, no lo preserva, porque sabe que todo es
rapiña. Por lo mismo, los extranjeros y los criollos, tampoco lo procuran.
México es para hacerse rico, -como Cortés y Malinche- lo más rápido posible,
sin la menor inversión y a cualquier costo humano y ambiental. Esta es la razón
como en estos cinco siglos se ha ido convirtiendo en un páramo desolado. De
poseer el 75% de la biodiversidad del planeta en 1519 y tener un pueblo
educado, hoy en día está ante una catástrofe social y ambiental.
En el marco de la Teoría del Control Cultural de
“lo propio y lo ajeno” del Dr. Guillermo Bonfil, podríamos suponer que en “el
espacio cultural, comunitario y familiar”, las culturas anahuacas respetan
estrictamente a las autoridades y las leyes no escritas propias. Y en el
espacio de lo ajeno, el anahuaca rechaza y corrompe a las leyes e instituciones
coloniales y neo coloniales. Lo que produce una sociedad esquizofrénica, en
permanente estado de tensión y sumamente explosiva.
Una sociedad indisciplinada, corrupta, violenta,
indolente e inconsciente es lo que se ha producido en estos cinco siglos de
colonización, modernidad, eurocentrismo y epistemicidio. El anahuaca sabe que
no le pertenece este país. Lo intuye o dolorosamente lo ha aprendido en el
desolado paramo de la injusticia, en la represión, el abuso y el despojo.
6. Gran parte de
los pueblos asumieron la modernidad como proyecto propio y aceptaron su rol de
“colonizador-colonizado”.
A partir de 1521 las leyes, las autoridades y las
instituciones impuestas por la corona española fueron de carácter “colonial”.
Es decir, estaban diseñadas para la explotación de la mano de obra anahuaca y
la depredación de sus recursos naturales en favor de los extranjeros y el reino
de España. La Colonia no cayó como un telón después de la toma de Tenochtitlán.
La implantación del sistema colonial ha sido un proceso de cinco siglos, muy
complejo, lento y profundo. No solo por la ocupación extranjera, en los tres
primeros siglos por parte de los españoles y de 1821 a la fecha, en el periodo neocolonial,
por europeos y emigrantes del Medio Oriente.
Sino fundamentalmente, por la “interiorización” de
la cultura colonial en la mente y el corazón de los propios anahuacas. Ha sido
un fenómeno de largo plazo, debido entre otras cosas a la lucha de resistencia
cultural de los pueblos y culturas del Anáhuac, como también por la orografía e
incomunicación que existió durante muchos siglos en diversas regiones del
territorio.
El debate entre “lo propio y lo ajeno” (Guillermo
Bonfil Batalla. 1991.), entre “la tradición (Toltecáyotl) y la modernidad
(europeización)”, se ha ido dando desde el 13 de agosto de 1521 hasta nuestros
días. La conquista prosigue y la colonia sigue lacerando. El “espíritu de
Cortés-Malinche” sigue vivo en muchos mexicanos modernos que,
independientemente de que sean “indígenas”, mestizos o criollos, a la menor
oportunidad en el ejercicio del poder despiertan estos pavorosos espíritus
malignos en pleno siglo XXI.
Desgraciadamente, en los últimos cuarenta años
hemos perdido gran parte de la identidad anahuaca que mantuvieron los “jóvenes
abuelos” a lo largo de 450 años de vigorosa lucha y heroica resistencia
cultural.
El Anáhuac ha perdido, en las últimas cuatro
décadas, mucho de su sabiduría ancestral en el campo del conocimiento culinario,
de la salud, de las lenguas, de la agricultura, la arquitectura e ingeniería
tradicional, “la tradición y el costumbre”; pero sobre todo, de los valores y
principios de la Toltecáyotl al interior de las personas, las familias y las
comunidades. Hemos perdido un universo de conocimientos, actitudes y
sentimientos, que nos daban “un rostro propio y un corazón verdadero” a cada
comunidad de este país desde hace miles de años.
La “modernidad” ha tomado mucha fuerza a partir de
la migración a E.U., a los medios masivos de comunicación, al sistema educativo
TELEVISA/SEP, a la ampliación de mercados de las empresas transnacionales que
han llegado a todos los rincones del país, despertando la voracidad consumidora,
la esquizofrenia cultural y la dislocación social. La modernidad nos ha
condenado a la auto ignorancia, la comodidad y el abandono.
Pero este cambio de tradición por modernidad
comenzó desde 1519. Los tlatoanis y los Altépetl que se pasaron al bando de
Cortés, fueron los primeros “modernizadores del Anáhuac”. En el periodo colonial “lo moderno” (como
ahora lo entendemos), era lo cristiano, la lengua del conquistador, los
productos que se conocían como “de castilla”. Lo “tradicional” (como ahora lo
entendemos) era la permanencia a la cultura Madre basada en los principios y
valores de la Toltecáyotl. Los anahuacas que vivían más cerca del círculo
social de los peninsulares, criollos y mestizos, eran los que trataban de
“modernizarse” para tomar mejores posiciones en la sociedad novohispana.
El rol de “colonizador-colonizado” ha sido aceptado
por una parte de los anahuacas, especialmente los que se asumen como
“mestizos”, tanto individualmente como de manera comunitaria. En efecto,
existen muchas poblaciones que “no se asumen como indígenas”. Su mestizaje está
sustentado en el individualismo, el consumismo y el pragmatismo. En contra
parte, las personas que se asumen como “indígenas” son “comunitarias,
solidarias y tradicionales”.
El “colonizado-colonizador” desde el principio ha
sido “emprendedor con aspiraciones”. Progresa y asciende en la escala social. Acepta
sumisamente la explotación, la exclusión y el abuso de aquellos que él cree
superiores. Pero de la misma forma, explota, oprime y abusa despiadadamente de
aquellos que él piensa que son inferiores. Rechaza su fenotipo y pretende
parecerse a los colonizadores, se tiñe el cabello de rubio, le pone nombres
anglosajones a sus hijos, viste “a la moda” y consume mercancía pirata para
simular marcas que no están a su alcance económico.
La modernidad y su calidad de
colonizadores-colonizados los ha dejado indefensos, vulnerables, frágiles. Sin
memoria histórica, sin identidad cultural, sin tradiciones y costumbres, sin
lengua Madre. Exaltando lo ajeno y despreciando lo propio. Permanentemente
despreciados por su colonizadores y despreciando al mismo tiempo sus hermanos. Perdidos
en “el laberinto de la soledad”.
7. En la Colonia empezó una lucha fratricida para lograr posicionarse a cualquier precio en la nueva sociedad colonial y posteriormente neocolonial perdiéndose el valor sagrado de la Vida y la cultura comunitaria.
Es interesante como desde los primeros años de la
Colonia existieron grupos que trataron de transformarse en “conquistados-conquistadores”.
Un ejemplo muy claro es que los guerreros anahuacas que formaron los
contingentes militares que apoyaron a los españoles durante la batalla por
Tenochtitlán, posteriormente siguieron sobre los demás Altépetl, pero con los
“usos y costumbres” de las guerras europeas, es decir, el asesinato del
adversario, el saqueo de sus bienes y la destrucción de las comunidades. Cosa
que generalmente no se hacía antes de la invasión europea, donde la guerra
tenía un sentido divino y sagrado, aunque transgredido.
Existen muy bien documentados, cantidades inmensas
de “juicios” entre propios indígenas que al asumir la “cultura
española-moderna-individualista-pragmática”, entraron en conflictos económicos
y mercantiles entre ellos mismos. Otro tipo de juicios eran los de comunidades
en defensa de sus tierras en contra de españoles, criollos, mestizos e
“indígenas colonizadores” (“para que la cuña apriete”).
El individualismo, la modernidad, la colonización,
ha producido una sociedad “caníbal”, corrupta y cínica, desde las bases mismas
del pueblo que ha perdido la cultura Madre. En general se perdió en las
ciudades y grandes poblaciones los valores ancestrales de la Toltecáyotl, sin
embargo, es lo común encontrar en lugares apartados a indígenas y mestizos,
como caciques de “orca y cuchillo”.
La modernidad ha ido venciendo a la tradición. Sumado a esto, desde Cortés hasta el último
grupo que se ha apoderado de la presidencia, el poder es producto de un acto
ilícito, y si “extraordinariamente” llega a ser legal, el ejercicio de la
autoridad y el poder es inmoral por la estructura del mismo sistema colonial,
como el caso de Fox.
En efecto, existe un vacío abismal entre “las
autoridades” y el pueblo, porque los que mandan, -no obedecen al pueblo-, sino
a los intereses económicos y políticos de quienes les ayudaron a “apropiarse”
del poder. Los intereses de la mayoría del pueblo no son los mismos de las
minorías que tienen el poder económico y político, además de que, en general
son extranjeros o criollos, por lo que sus “intereses” están fuera de las
fronteras.
Colofón. Entonces…cómo
es que nos ha sucedido esto.
Como hijos de los hijos de los Viejos Abuelos
toltecas. Como dignos herederos de la Toltecáyotl es de imprescindible
necesidad buscar las razones que nos han hecho cambiar en forma negativa y
prescindir de la sabiduría ancestral para construir nuestra realidad y el
futuro de nuestros hijos.
Necesitamos dejar atrás la “historia oficial”
hispanista, plagada de falsedades y sitios comunes que nos alejan de la
inconmensurable sabiduría ancestral. Por medio de la verdad histórica,
descolonizada y descarnada, debemos de conocer la verdad y nuestros propios
errores, porque el problema que hoy vivimos no solo lo han producido “los
españoles”. Este es otro sitio común que nos impide utilizar la sabiduría
tolteca sobre “El Espejo Humeante de Tezcatlipoca”, para re-conocer nuestro
verdadero rostro. Nos impide ser auto críticos.
Necesitamos recurrir a Xipe Totec, el “Señor del
Descarnado”, para que como en la parábola tolteca, “desprendamos la materia carnal
que conduce al cuerpo a su corrupción y liberar el alma, que al quedar
descarnada, libre y purificada, como la mariposa de obsidiana, inicia su vuelo
a las alturas celestiales del Espíritu”.
De la misma forma, tenemos que recurrir al rito de
Xipe Totec y desprender de nuestra conciencia anahuaca, todas las mentiras y
tergiversaciones hechas por los colonizadores de ayer y de hoy. Desechar
también los sitos comunes, de que todos nuestros males son producto de “los
españoles”.
Necesitamos saber qué fue lo que nos ha sucedido en
estos cinco siglos.
Cómo fue posible que siendo los hijos de los hijos
de una de las civilizaciones más antiguas y con origen autónomo, y la que llegó
a alcanzar el más alto grado de desarrollo humano para todo su pueblo, ahora
estemos viviendo en la total orfandad e ignorancia.
Cómo es qué perdimos el sentido sagrado y divino de
la vida. Cómo es que abandonamos nuestros ancestrales valores de comunitariedad,
solidaridad, espiritualidad, amor y respeto por la vida.
Cómo es que desapareció la conciencia espiritual
del mundo y la vida. Por qué hemos aceptado, en estos cinco siglos, valores y modelos
culturales negativos, depredadores y criminales totalmente opuestos a nuestra
concepción filosófica y cultural milenaria.
Será posible recuperarlos. Seguirán vivos en
nuestro “banco genético de información cultural”. Podremos re-utilizarlos y
adaptarlos para constituirlos en poderosas palancas que nos permitan remover
cinco siglos de enajenación, barbarie y deshumanización.
Las respuestas están en lo más profundo de nuestra
conciencia y nuestro corazón. Por más difícil que parezca, no es imposible. Lo
difícil no es hacerlo, lo difícil es
imaginarlo.